Imputan al novio de Déborah Fernández 20 años después
►Una jueza le cita para el 21 de febrero, a dos meses de que prescriba el caso
La familia de Déborah Fernández ha recibido la mejor noticia que podía esperar. A punto de que se cumplan 20 años del asesinato de su hija y cuando ya habían perdido todas las esperanzas por resolverelcaso,harecibidounanoticia esperanzadora: por primera vez una persona ha sido citada a declarar en calidad de investigado y ocurre en la recta final antes de que prescriba el caso. No es otro que el principal sospechoso del crimen desde el principio, su entonces novio Pablo.
El Juzgado de Instrucción número 2 de Tui (Pontevedra) le ha citado para tomarle declaración el próximo día 21 de febrero. Esto ocurre después de que la Audiencia de Pontevedra haya estimado el recurso presentado por los abogados de la familia gracias al informe de un equipo de criminólogos (Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás), que señalaba todas las pruebas que aún se podían realizar para encontrar al autor del crimen.
Déborah desapareció el 30 de abril de 2002 en Vigo (Pontevedra). Aquel día contó en su clase de diseño gráfico que iba a la peluquería para depilarse porque quería «ponerse guapa». Iba a quedar con alguien. Su novio Pablo, que había estado varios meses en Argentina por viaje de trabajo (su familia se dedica a la pesca del langostino), había regresado y, aunque la relación se había deteriorado en ese tiempo ella tenía intención de hablar las cosas.
Aquella noche ella quedó con alguien pero nadie supo a ciencia cierta con quien. Varios detalles apuntan a que se vio con Pablo pero nunca más la volvieron a ver y su cuerpo sin vida fue encontrado diez días después en una cuneta cerca de O Rosal. La escena del hallazgo había sido simulada.
Estaba desnudo, posiblemente lavado y no llevaba ahí diez días sino que fue trasladado. La escena estaba llena de señuelos, como el semen que fue colocado en la vagina de la chica para desviar la investigación policial. Por eso, aunque en su día ya se practicaron varias pruebas de ADN, se estaban cotejando, en realidad, con una muestra falsa colocada allí con ese fin.
A lo largo de estos casi 20 años de errática investigación, la familia de la chica se ha cansado de denunciar el rosario de negligencias que se han producido y la falta de «ganas» por parte de la Fiscalía de saber la verdad de lo que ocurrió. La pasada primavera lograron exhumar su cadáver y extraer ADN bajo sus uñas. Ahora, a dos meses de la prescripción del caso, esta imputación supone darle al «pause» en esa cuenta atrás que atormentaba a la familia. Ahora esperan que la Justicia haga su trabajo.