La Razón (Cataluña)

La reforma laboral y una gala de traca

- Rebeca Argudo

LaLa película de Fernando León de Aranoa, «El buen patrón», había ya batido el récord de nominacion­es, con sus veinte, en la historia de los Goya. Pero acabó llevándose tan solo seis, muy lejos de aquellos catorce de «Mar adentro» en 2004. Entre ellos, eso sí, el de mejor película, el de mejor director y el de mejor actor protagonis­ta. Si la idea del guion, como explicaba León de Aranoa, arrancaba hace 11 años con la crisis económica, culminaba el trabajo al recoger el premio justo tras la aprobación, por los pelos y azarosamen­te, de la reforma laboral. Aprovechab­a el cineasta ese momento para recordar las pasadas reformas laborales «que tanto daño hicieron a los trabajador­es». Ese lado suyo, tan reivindica­tivo, no le impidió recoger el Goya a mejor película junto a Jaume Roures, directivo de la productora de la cinta y que, precisamen­te, gracias a la anterior reforma laboral pudo llevar a cabo el ERE del diario «Público», que supuso el despido de la casi totalidad de sus trabajador­es. Parecía una broma que precisamen­te él recogiese un premio por una película titulada «El buen patrón» y que es una crítica al capitalism­o más feroz. Y casi lo parecía también que a León de Aranoa, tan solidario hacía unos minutos con los trabajador­es y sus problemas laborales, no le importase salir en la foto con alguien que ejemplific­a aquello que reprobaba antes en su discurso y en su filme. Para acabar de redondearl­o todo, en una especie de triple tirabuzón de las paradojas, en la acera de enfrente del Palau de les Arts donde se celebraba la gala protestaba­n los trabajador­es del propio Palau.

Una distancia notable, varios carriles de la avenida Profesor López Piñero y un considerab­le cordón policial impedían que la reivindica­ción de sus derechos laborales fuera a empañar la reivindica­ción por los derechos laborales de los demás del director de la reivindica­tiva película. Quizá haya sido esto lo más berlanguia­no de una gala soporífera que no ha sido capaz de aprovechar precisamen­te que este fuera el año Berlanga, lo que daba carta blanca para el disparate y el alboroto, y ese estar en Valencia, tierra de fuego y de música, de las flores, de la luz y del amor. Fue un espectácul­o especialme­nte deslucido y tedioso en un año en el que debería haberse celebrado, no solo el nacimiento de Berlanga hace cien en su propia tierra, sino la vuelta a la presencial­idad después de aquella otra gala sin público debido a la pandemia que, contra todo pronóstico, ha quedado muy por encima de esta. Aunque cualquier ceremonia, una elegida al azar, quedaría por encima de esta. Si hasta los fuegos artificial­es fueron mediocres e insustanci­ales, cuando en Valencia se celebra incluso la Comunión del tercero de los hijos del vecino del cuarto con un espectácul­o pirotécnic­o y una traca y una banda de música con su emocionant­e «per ofrenar»...

 ?? EFE ?? Fernando León de Aranoa (izda.) y Javier Bardem sostienen tres de los seis Goyas conseguido­s por «El buen patrón»
EFE Fernando León de Aranoa (izda.) y Javier Bardem sostienen tres de los seis Goyas conseguido­s por «El buen patrón»

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