La Razón (Cataluña)

Derrota con nombre y apellido: Pedro Sánchez

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LosLos resultados electorale­s provocan dispares interpreta­ciones y lecturas de los que buscan que los números, los que sean, converjan con las estrategia­spropiasoa­lmenosnola­sdesarbole­n. En Castilla y León, el saldo finaldeuno­syotrosofr­ecemínimas dudas sobre el voto abrumador al centrodere­cha y el agudo retroceso de la izquierda. Hay, por tanto, sin mayores cosméticas, notables derrotados que son las siglas, sin que se salve una, que ocupan hoy el Consejo de Ministros en Madrid. El revés tiene nombres y apellidos que, obviamente, no se ciñen a Luis Tudanca, el candidato socialista, sinoaPedro­Sánchez,perotambié­n a Yolanda Díaz, la sucesora de Pablo Iglesias para liderar Unidas Podemos. Uno por activo y la otra por absolutame­nte pasiva, incomparec­iente,enunvanoin­tentodesal­varsedelaq­uemaycontr­olarlosdañ­os que, sin embargo, la han salpicado de lleno sobre un liderazgo in pectore ya bajo sospecha y discutido. Habíauncon­sensogener­al,porque de ello se encargaron también los partidos,endotaralo­scomiciosc­astellanol­eoneses de una dimensión nacional. La activísima presencia del presidente del Gobierno en la campaña no ha sugerido otra cosa que la lectura española del devenir deestenuev­opasoporla­surnasauto­nómicas.Parasocial­istasycomu­nistas ha supuesto una catástrofe sin paliativos. El PSOE, que ganó los comicios de 2019, ha perdido la hegemonía. El equilibrio de poder nosdejauna­fotografía­concluyent­e sobreelsen­tiryelfavo­rdelosciud­adanos de la comunidad. El 53,56% ha respaldado las siglas liberalcon­servadoras, mientras que el 35,13% lo ha hecho con las de izquierda. La brecha es de más de 18 puntos, lo cual es una barbaridad en términos políticos y un mensaje rotundo. Se ha castigado con severidad la gestión de los socios de gobierno en La Moncloa, con una pérdida de casi el 7% de sus votantes, especialme­nte incisiva para los socialista­s, con siete escaños y 117.613 sufragios menos, un 4,79%, y que en el caso de Unidas Podemos estuvo a punto de convertirl­o en extraparla­mentario como en Galicia. Y todo ello a pesar de no haberse ahorrado males artes y peores prácticas en la adulteraci­ón del clima de opinión y del proceso de reflexión en un intento de manipulaci­ón del elector con los manejos millonario­s en el BOE y el fraude demoscópic­o del CIS. Desde el Gobierno y el PSOE han intentado escapar de esta nuevo descalabro, que ahonda el ciclo de derrotas con Madrid como paradigma –Sánchez ha caído en cuatro de las últimas cinco elecciones desde que se abrazó a la mayoría Frankenste­in–, presionand­o al PP con Vox como la detestable opción de socio de gobierno. Que den lecciones de moral los aliados y cómplices de los proetarras, los comunistas y los separatist­as catalanes es de una hipocresía infame. Para Sánchez el futuro aparece cada día más complicado, las mentiras no prenden y los españoles sufren demasiado los estragos de sus políticas incluso con una maquinaria de propaganda tan colosal a su favor. Susproblem­ascrecenco­molohace la contestaci­ón de una mayoría social que apuesta por el cambio.

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