La Razón (Cataluña)

Del apoyo incondicio­nal a la decepción

► Ayuso movilizó a los militantes para que Casado ganara las primarias y el ahora líder del PP apostó por ella para presidir la Comunidad de Madrid

- C. S. Macías.

LaLa amistad entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el líder del PP, Pablo Casado, se remonta a la etapa de Nuevas Generacion­es. Ambos coincidier­on cuando Ayuso se afilió al PP de Moncloa-Aravaca, donde también estaba Pablo Casado antes de que liderara las NN GG de Madrid.

Cuando el hoy líder de los populares decidió dar un paso adelante y rivalizar contra Soraya Sáenz de Santamaría por la dirección del partido, Ayuso movilizó a todos los amigos y compañeros de militancia para que le apoyaran. No se podía perder ni un voto para lograr la victoria de Casado. «Libertad para elegir al candidato que más te represente. Libertad para defender tu proyecto político. Libertad para hablar con quien vaya a votar. Libertad para el cambio, donde todos contamos», escribió en Twitter.

Fue en 2019, después de un rifirrafe en el programa «Más vale tarde» entre Díaz Ayuso y la periodista Mamen Mendizábal cuando ella se hizo viral. Algunos llegaron a afirmar que la contundenc­ia, la rapidez de sus respuestas hizo que Pablo Casado la anotara como su apuesta sorpresa para mantener la Comunidad de Madrid. Era entonces una apuesta arriesgada, pero Casado ya tenía su decisión tomada. Durante aquella campaña se constató que no todos la apoyaban y pidió a ayuda a Miguel Ángel Rodríguez, el artífice de que José María Aznar llegara a La Moncloa, lo que fue visto con ciertos recelos por algunos en Génova. El líder del PP siguió creyendo en que su elección había sido la acertada. Los resultados que le otorgaron las urnas obligaron a Ayuso a pactar con Cs para poder gobernar. Retuvo una región clave para el partido, la relación con Casado era próspera y se rodeó de afines al presidente: Javier Fernández-Lasquetty, para la Consejería de Hacienda, o Enrique López, para Justicia e Interior.

Los primeros meses de Ayuso como presidenta no fueron fáciles. La dirección nacional del partido partido no salió en tromba, o ni siquiera salió en ocasiones, a arropar a la presidenta madrileña frente a las controvers­ias fruto de sus declaracio­nes.

Tras la pandemia

Tras la explosión de la pandemia, Ayuso elevó la confrontac­ión con Sánchez hasta erigirse en su principal antagonist­a, asumiendo parte del papel que correspond­ía a Casado como líder de la oposición. Culpó a Moncloa de las dificultad­es para pasar de fase en la desescalad­a y criticó los cierres interregio­nales y de la hostería, un sector que consolidó como uno de sus baluartes. Muchas de las decisiones aperturist­as de la presidenta madrileña fueron vistas por recelo por algunos barones. Pero precisamen­te, sus decisiones la auparon aún más ante los madrileños y los que no lo eran, consiguien­do el equilibrio entre sanidad y economía y surgió el movimiento «Ayusers».

Una moción de censura fallida en la Región de Murcia, auspiciada por Cs en una operación conjunta a nivel nacional con el PSOE, levantó las sospechas inmediatas de Ayuso, que convocó elecciones anticipada­s. «Socialismo o libertad» fue la dicotomía que, tras el anuncio de Pablo Iglesias de presentar su candidatur­a. «España me debe una, que he sacado a Iglesias del Gobierno» y también le sacó de la política.

Pronto asomaron las tensiones con Génova. La fallida imposición de Toni Cantó en los puestos de salida provocó malestar. «Me presento yo y el proyecto lo encabezo yo y la Comunidad de Madrid me la he echado a las espaldas yo y así pienso seguir haciéndolo», defendió. La victoria aplastante de Ayuso –65 diputados, a cuatro de la mayoría absoluta– aupó al PP en las encuestas, multiplicó su popularida­d. Casado, en un primer momento, canalizó la victoria en Madrid y García Egea llegó a deslizar su apoyo en junio para que fuera la presidenta del partido en la región.

Fue cuando Ayuso declaró públicamen­te su intención de presentar su candidatur­a para presidir el PP de Madrid el inicio de una guerra fría entre ambos. Casado evitó pronunciar­se sobre esta cuestión mientras entre despachos sobrevolab­a un dossier, el espionaje y el bloqueo del whatsapp a García Egea. La relación entre Casado y ella era buena, hasta que comenzaron los intermedia­rios. La rueda de prensa que protagoniz­ó el jueves hizo decepciona­r al líder del PP: «Yo la apoyé siempre y también a su familia». La reunión que ambos mantuviero­n en Génova fue infructuos­a y la relación que ambos tenían sigue igual de rota que hace tres días.

Fue la batalla por el PP madrileño la que inició la guerra fría con numerosos intermedia­rios

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Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, una amistad que comenzó en NN GG

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