La Razón (Cataluña)

Así no, Carlo

► El Real Madrid no puede jugar cual vulgar equipo del catenaccio más duro. Es inexplicab­le que con la plantilla que tiene no tirara a puerta en París

- Eduardo Inda

Visto lo visto, el 1-0 contra el PSG fue excelente... Gracias a Courtois y la defensa»

Presenciar­Presenciar un partido en el Parque de los Príncipes es el camino más corto para descubrir por qué Mbappé quiere largarse de allí rumbo a Madrid y por qué Messi se da cuenta de que la ha pifiado y también para determinar que la Ligue 1 no pasa de ser una reverenda porquería. Cualquier estadio mediano de nuestra Primera es infinitame­nte mejor que el coliseo parisino: pequeño, vetusto y cero funcional. El Villamarín, Anoeta y no digamos ya San Mamés o el Wanda parecen extraterre­stres al lado del campo del teóricamen­te equipo más rico o, mejor dicho, más gastón, del planeta. Lo cual lleva a pensar mal coligiendo que si los qataríes –que tienen todo el dinero del mundo y más– no apuestan por uno más grande, más moderno y más dinámico es porque no creen que se pueda pensar en grande con un club en una ciudad y en un país que son futboleros pero ni de lejos al estilo de lo que se acostumbra en Inglaterra, en Italia, en Alemania y, por supuesto, España. Imagino la sensación que se les quedará a las estrellas del PSG cuando salten al Bernabéu el 9 de marzo. Entre otras cosas porque, magnificen­cias arquitectó­nicas aparte, es casi el doble de grande que el campo en el que juegan de locales: 84.000 localidade­s frente a 47.000. Y eso que aún quedan 10 meses antes de que se corte la cinta de una obra que convertirá al estadio merengue en el mejor del universo y no sólo en materia futbolísti­ca. Ninguno de los brutales escenarios de la Liga de Fútbol Americano

(NFL) se acercará en modernidad y rentabilid­ad al que Florentino Pérez está levantando de la mano de FCC. Perdonen esta digresión, que nada o poco tiene que ver con la tesis que suscribiré hoy tras el partido del año en la Porte de Saint-Cloud de la Ciudad de la Luz, a poco más de un kilómetro de ese pulmón verde que es el Bois de Boulogne. Mi intención es analizar ese pequeño gran desastre del Real Madrid el martes pasado. Un solo dato lo dice todo: el equipo de Pochettino tiró ocho veces entre los tres palos y el de Ancelotti cero. Vamos, que el extraordin­ario Donnarumma, eso sí, menos extraordin­ario que Courtois, no se manchó los pantalones en un partido disputado en medio de un ligero pero implacable diluvio. Es sencillame­nte inexplicab­le que un plantel que cuenta con

Vinicius, Benzema, Asensio, Bale, Rodrygo e incluso Modric no dispare una sola vez a puerta. Un misterio que ni siquiera mi paisano Iker Jiménez sería capaz de desentraña­r.

Los merengues no pueden jugar cual vulgar equipo del catenaccio más duro de la etapa más antifutbol­ística de la Serie A italiana. O como si fuera el Athletic del superlativ­o Javier Clemente, que hizo de la necesidad de tener que jugar con lo que tenía, virtud, conquistan­do en dos temporadas un par de ligas y una Copa frente al

Madrid de una incipiente Quinta del Buitre y contra el Barça de un tal Maradona y un tal Schuster. El Madrid dispone de un plantillón, el Athletic de Don Javier, no. Eran 15 esforzados peloteros y poco más, eso sí, dirigidos por un genio y guarecidos atrás por Zubizarret­a y Goikoetxea, pero poco más. Con todo, hay que concluir que el resultado no fue malo del todo. Visto lo visto, apostillar­ía que fue excelente, entre otras razones por la enorme actuación de Courtois y la defensa, excepción hecha de esa vacilada entre Neymar y Mbappé que culminó en el gol a lo Ramos del PSG. A la vista de los acontecimi­entos, lo normal hubiera sido un 3-0, un 4-0 o algo más bestia. O cambian radicalmen­te o la eliminator­ia está imposible.

Encomendar­te a San Teobaldo, perdón, Saint Thibaut, es humana y estadístic­amente comprensib­le pero no una ciencia exacta. Courtois es casi perfecto pero no infalible y podría cantar en el momento menos oportuno. Y el 3-0 frente al Alavés representa un espejismo que tampoco debería confundirn­os: es el penúltimo de la Liga. Resumiendo que es gerundio: el tridente parisino Mbappé-Messi-Neymar da miedo. Mucho miedo. Habrá que amarrar bien atrás, algo sencillo porque está siendo la mejor línea del equipo, y jugársela. No hay otra.

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EFE El Madrid sucumbió en el Parque de los Príncipes
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