First Dates
Yo quiero ir a First Dates. Hala, ya lo he dicho. Yo quiero ir a ese programa con la única intención de saber exactamente y después de pasar por el casting, qué diantres me merezco. Les digo claramente que, con que sea ser humano, ya salgo ganando. First Dates es absolutamente fascinante. Yo me pregunto muchas veces si algunos de los participantes no serán actores, porque me resulta muy complicado entender que pueda haber gente así, tan particular y tan friki. Ahora bien, si de verdad existen, si son así, si el cuento es fetén, me rindo ante este país para siempre. Qué maravilla de seres humanos. Yo ya he dicho que me gustan con más de cien kilos y con alguna patología congénita, con hipertensión, o con un soplo al corazón. Nada de tipos sanos o que pesen menos que yo. Es más, que pesen lo justo para que, aunque me cambie el metabolismo y me ponga como Jabba The Hutt, jamás le gane en la báscula. Que haya margen suficiente, vaya, creo que me explico. Así que, con mis condiciones encima de la mesa, pueda que aparezca Pepepótamo de cita. El otro día, por cierto, apareció Juanfran, un paisano mío del mismo Albacete. A Juanfran le pusieron delante a una estrepitosa panterona, estadounidense, con toda su negritud, y al muchacho no se le ocurrió otra cosa que preguntarle, así, de entrada, si conocía Pozo Lorente y Hoya Gonzalo. Con un par. A una señora que, con mucho esfuerzo, sabe decir un par de frases en español, mi paisano va y le pregunta por dos pueblos de nuestra provincia. Que yo pensé: Juanfran, yo te entiendo porque somos locos d Albacete, pero aquí creo que se te ha ido la mano. Así que, para no bajar el nivel, tengo que ir yo, para que quede claro que en mi pueblico cayó hace tiempo un platillo volante y que desde entonces pasan cosas raras. Sobera, prepárate que voy.
A Juanfran le pusieron delante de una panterona