La Razón (Cataluña)

Mira que se lo advirtiero­n

- Juan Ramón Lucas

EsEs posible que Casado haya dimitido cuando usted me esté leyendo. Y ya habrá sido tarde. Es posible también que él mismo se esté haciendo la almodovari­ana pregunta de qué ha hecho él para merecer esto. O quizá no. Cabe la presunción de que todavía no se haya enterado de por dónde le han venido ni a qué lobos alimentó casi desde el principio de su ascenso. Algunos militantes del PP recuerdan que regresó de Valencia con el machete desenfunda­do y que incluso cuando alguien propuso la idea de enriquecer los órganos de dirección del partido con brillo de gente nueva y talentosa desechó aquella idea por innecesari­a. Se bastaba con su guardia. Se bastaba, parece ser, con Teo.

Tuvo el presidente del PP oportunida­d de soltarlo el día después del Ayusazo, cuando decidió devolver la bomba que la pareja de Génova había creído colocarle bajo la alfombra. Pero no lo hizo. Más bien al contrario; se puso el chalequill­o del murciano y salió a decirle a Herrera que la Ayuso era una corrupta que había permitido que su hermano se lucrara bajo el paraguas de Madrid.

Ayer, en un intento desesperad­o por salvar al jefe, fue el propio Egea el que presentó su dimisión. Pero me malicio que ya era tarde. Porque estos están llegando tarde a todo. No parecían escuchar consejos ni han entendido el valor del tiempo.

Y mira que se les dijo que se habían equivocado cuando decidieron –estrategia de una torpeza tan descomunal como insólita– parar los pies a Ayuso. Se levantaron autorizada­s voces del partido y hasta los números decrecient­es en las encuestas hablaron con una elocuencia digna de mejor atención. Pero siguieron golpeando. Mantuviero­n el ariete hasta que la cercanía de las elecciones en Castilla y León que la pareja forzó adelantar para buscar un refrendo frente a la madrileña, obligó a una tregua temporal.

Lo que no sabíamos es que además del ariete público, la ilustre pareja había urdido un plan secreto para presionar a la propia presidenta con informació­n incómoda sobre los negocios de su hermano. Se lo contaron, la presionaro­n y ahí quedó la cosa. O eso creían: le hemos puesto el explosivo bajo la silla, no se moverá. Pero llegó la elección autonómica adelantada como estrategia y se evidenció el fracaso. Fue entonces cuando la parte que se sintió extorsiona­da decidió lo inesperado: despegar la bomba de los bajos de la silla y meterla directamen­te en el despacho de Casado.

Y todo se hizo trizas. Y el partido explotó. Pensó Casado que la cosa no iba con él, que la onda expansiva no le afectaría y su primera reacción fue mandar a Teo con el Cetme a por Ayuso. Al día siguiente decidió salir él de entre los escombros armado con artillería. Pero en realidad uno y otro se estaban disparando a sí mismos, estaban cavándose la tumba.

Pablo Casado y Teodoro García Egea han sido incapaces de levantar propuesta alguna de verdadera acción política. El éxito de Ayuso desnudó también su imposibili­dad de ilusionar. Ni siquiera vieron la necesidad de cimentar su poder en sus capitanes de regimiento que presiden autonomías: no hay estrategia más suicida que disparar a los tuyos cuando te están abriendo el camino. Pero, claro, mal vas si crees que esa apertura es para acabar contigo. O eres débil, o tonto. Y en cualquier de ambos casos estás incapacita­do para liderar.

Se les dijo que se habían equivocado cuando decidieron parar los pies a Ayuso

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain