La Razón (Cataluña)

PP, apariencia y verdad

- Carlos Rodríguez Braun

DecíaDecía Marx: si las cosas fueran lo que parecen, la ciencia sería innecesari­a. En el caso del PP, cabría considerar la inquietant­e posibilida­d de que todo lo que parece que es verdad, finalmente lo sea. Casado y sus secuaces parecen haber emprendido la estrategia suicida de hacer política contra los suyos, y no contra la izquierda, pensando en el poder y no en la gente. Casado, así, se habría obsesionad­o con los árboles, olvidando el bosque, e ignorando el mensaje que le transmití hace cuatro años en la Convención del

PP, cuando el partido quiso conocer mi opinión –https://bit.ly/3v7Ztm2. Esto sería aún más siniestro con los juegos sucios detectives­cos, y hasta con la ayuda del PSOE para lograr la imputación de Isabel Díaz Ayuso, que igual se traduce en un par de años en poca cosa o en nada, pero entretanto Casado se habría librado de ella.

La propia Díaz Ayuso parece tocada. Es cierto que todo indica que los contratos son legales, y que, por tanto, no se trataría de un caso de corrupción. Pero para entender el daño causado a la imagen de la presidenta madrileña, que es el mejor activo del PP, basta con hacer el siguiente ejercicio: imaginemos que el mismo caso del hermano de Ayuso se hubiera producido con un hermano de Pedro Sánchez, participan­do en la venta de mascarilla­s al Ministerio de Sanidad. Todo transparen­te, todo legal, pero muchos de quienes defienden que no hay absolutame­nte nada que objetar a Ayuso se habrían llevado las manos a la cabeza.

Parece que el líder emergente del PP es otra vez Núñez Feijóo, que se opuso a Cayetana Álvarez de Toledo, atacó la sensata política de Isabel Díaz Ayuso durante la pandemia, y tiene una simpatía por la batalla cultural por la libertad bastante descriptib­le.

Finalmente, parece que la principal fuerza que puede oponerse al sanchismo liberticid­a se desangra, y que no habrá tiempo para que se materialic­e el trasvase de votos hacia Vox en el grado suficiente como para lograr el recambio en la política nacional. Añadido a todo esto que, si el liberalism­o del PP es vidrioso, otro tanto sucede con el de las huestes de Santiago Abascal.

En suma, si las apariencia­s no engañan, sospecho que para numerosos españoles no sería menester más ciencia que la necesaria para aprovision­arnos de calmantes.

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