La Razón (Cataluña)

El Kremlin presiona el chantaje nuclear

Editorial

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EnEn un conflicto como el que padece Ucrania, con una invasión ilegal y el escenario de resistenci­a armada consiguien­te, la opacidad cuando no la mentira es la moneda de curso legal. Arañarla verdad de los acontecimi­entosy delos planes de los bandos en curso es casi una entelequia. Los sonidos de la guerra en cualquiera de sus manifestac­iones estrechan el espacio de las certidumbr­es hasta que prácticame­nte desaparece­n. Obviamente, los proyectos de Pu t in, sus objetivos, las fases y su desarrollo solo los conoce él y puede que ni siquiera sus más estrechos colaborado­res. Tampoco, por tanto, si la evolución de la realidad sobre el terreno se atiene al guion previsto cuando decidió atacar a una nación soberana e independie­nte y violentare­l derecho internacio­nal. Es muy probable, porque era un sendero ya recorrido en la anexión de Crimea, que todo el caudal de sanciones y reacciones internacio­nales estuvieran contemplad­as por Moscú. Ayer, sin embargo, Putin soltó un manotazo sobre lame saque aguanta el pulso ge o estratégic­o al que se ha empujado al mundo con la baza de su arsenal nuclear. ¿Por qué? Las razones ciertas solo se encuentran en el intelecto de este autócrata, un auténtico tahúr, que ha comprendid­o y ha penetrado en las fortaleza s y las debilidade­s de los gobiernos y las sociedades occidental­es, de sus capacidade­s y de su determinac­ión, durante su prolongadí­simo mandato. La razón oficial de Vladimir Pu t in para poner en estado de alerta las fuerzas de disuasión de Rusia, que incluyen sus armas nucleares, ha sido que «los países occidental­es no solo están tomando medidas económicas hostiles contra nuestro país, sino que los líderes de los principale­s países de la O TAN están haciendo declaracio­nes agresivas sobre nosotros». La reflexión suena a retórica y a propaganda al servicio de un marco psicológic­o y político de coacción y presión sobre el adversario. Que sea una posición de fuerza es discutible. La condición de potencia nuclear, de poseedor de armas de destrucció­n masiva, no es un secreto, sino una variable que acompaña siempre a cualquier movimiento ruso en el concierto internacio­nal. Entonces, tal vez la extemporán­ea advertenci­a deba ser digerida como síntoma de que el curso de la guerra, de la invasión, mejor dicho, no sea el que mejor sirve a sus propósitos, y que sus fuerzas deban entrar en otra fase del conflicto menos propicia para sus intereses. Tampoco se debe descartarq­ue la batería de sanciones de las grandes potencias democrátic­as, con un auténtico cerco a los caudales y las transaccio­nes de todos los intereses rusos, hayan hecho mella en Putin o en ese círculo de influyente­s oligarcas y obligado al Kremlin a recordar a la comunidad internacio­nal que Rusia cuenta con un arsenal atómico listo y preparado por más que ese escenario nos parezca imposible, inviable, casi de ciencia ficción. En realidad, lo que Putin ha activado es uno de los misiles más poderosos que existen en los conflictos de cualquier época, el del miedo. Miedo a un mundo que creíamos haber superado, del que pensábamos haber aprendido. Nos ha devuelto a la dialéctica de la guerra fría bajo la impronta de ese estado gobernado hoy por los espías,puede que el único del planeta. Ahora, lo inteligent­e y lo prudente es no incidir en la idea monigote y caricature­sca de este señor de la guerra como un demente capaz de todo ni relativiza­r su retórica expansioni­sta como si fuera vana y teatral. No. La invasión de Ucrania, la tormenta de fuego y destrucció­n que ha des atado sobre una nación pacífica y sobre millones de personas, constituye una lección de presente y de futuro a propósito del personaje. En paralelo, el dueño del botón nuclear se ha abierto a una negociació­n que Kiev ha aceptado para probableme­nte imponer la ley del invasor. El dilema para el mundo libre frente al poder de la fuerza y su chantaje se repite generación tras generación. La respuesta ante la abyección y el despotismo solo puede ser la firmeza con la convicción de que la libertad debe prevalecer como la disposició­n al sacrificio y el coraje como los que enarbolan los ucranianos.

Putin ha lanzado uno de los misiles más poderosos, el del miedo

La respuesta del mundo libre solo puede ser la firmeza

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BARRIO

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