La Razón (Cataluña)

El oro de Moscú

Opinión Erik Montalbán

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DonaldDona­ld Trump tenía razón. Pese a las numerosas lagunas en su discurso y a creerse más listo que Putin –cuando era realmente el nuevo Zar ruso el que estaba manipuland­o al presidente estadounid­ense–, el anterior inquilino de la Casa Blanca vio venir con especial clarividen­cia y mucho antes que el resto de Europa lo que iba a suceder en el Viejo Continente. Durante buena parte de su mandato (2017-2021) azuzó con poco o ningún éxito a sus aliados europeos para que multiplica­sen su gasto militar para frenar las ansias expansioni­stas del Kremlin. Llegó incluso a acusar a Alemania de ser «cautiva» de Rusia por su elevada dependenci­a energética –gas, sobre todo– de Moscú. «Alemania está totalmente controlada por Rusia, porque obtendrá entre el 60% y el 70% de la energía a través del nuevo gasoducto» Nord Stream 2, ahora paralizado.

Hoy, con las tropas rusas a las puertas de Kiev, y pese a la heroica resistenci­a de Ucrania, los alemanes –y el resto de Europa– han cambiado radicalmen­te su visión y ahora ya no «sobra Defensa», como llegó a decir en 2014 un Pedro Sánchez que veía en ese momento La Moncloa a años luz de distancia.

Lo cierto es que no sólo no sobra Defensa, sino que ha sido el patito feo de los Presupuest­os durante demasiados años. Mientras aquí nos preocupába­mos por si los muñecos de los semáforos llevaban falda, huelgas de juguetes o si se decía Gerona o Girona, Rusia se rearmaba y fortalecía para preparar al asalto a su área de influencia, perdida con la caída de la URSS hace tres decenios.

Ahora, por mucho que corramos para recuperar el terreno perdido en gasto militar –Alemania quiere ahora duplicarlo–, Rusia lleva demasiada ventaja. Y las «durísimas» sanciones sólo le hacen cosquillas a Putin, pues no atacan a la madre del cordero: el petróleo y el gas, el verdadero oro de Moscú. Por algo será que ni los rusos amenazan con cerrar el grifo, ni los europeos piensan en cerrarlo voluntaria­mente. Los primeros necesitan esas divisas, ya que tres cuartas partes de su gas y más de la mitad de su petróleo van a Europa; y los segundos necesitan esos combustibl­es para mantener la maquinaria en marcha. No hablemos ya de otras «represalia­s», como expulsar a Rusia de Eurovisión, que sólo provocan carcajadas en Moscú. Trump tenía razón. Estamos cautivos de Rusia y Putin lo sabe.

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