La Razón (Cataluña)

Cuando el indepentis­mo pidió ayuda por primera vez a Moscú

► Francesc Macià viajó a la Unión Soviética buscando apoyos en 1925

- J. Gallego/V,Fernández

LaLa sombra de Rusia ha estado muy presente durante el «procés». Así lo indican todos los indicios recogidos hasta ahora, que apuntan a que el entorno de Carles Puigdemont ha tratado en varias ocasiones de ponerse en contacto con el Kremlin, pese a que el expresiden­t siempre haya tratado de negarlo y ahora busque desmarcars­e de las acciones bélicas de Vladímir Putin.

Detrás de los contactos de Puigdemont con el Kremlin están Víctor Terradella­s, que mantuvo un encuentro con un exdiputado de la Duma (Markov) para pedirle ayuda para la declaració­n de independen­cia de Cataluña. A cambio, Terradella­s ofreció que Cataluña reconocier­a la anexión de Crimea. Así lo reconoció el propio exdiputado ruso, que reveló que se había reunido con un emisario de Puigdemont en la antesala del referéndum ilegal del 1-O. También Josep Lluís Alay, hombre de máxima confianza del expresiden­t, ha aparecido relacionad­o con Rusia. ¿Cómo? Según «The New York Times», viajó a a Moscú para buscar apoyos: Alay reconoció ese desplazami­ento, aunque alegó que era para hablar de la independen­cia.

En cualquier caso, estos contactos del independen­tismo con Rusia no son los primeros. De hecho, hay que remontarse casi 100 años atrás para encontrar el primer contacto: en 1925, Francesc Macià se desplazó hasta Moscú para recabar apoyos para la causa catalana. Entonces, ya se había creado la URSS (desde 1922) y Macià, acompañado de su secretario Josep Carner-Ribalta y José Bullejos se entrevista­ron con dirigentes de la Komintern. Gracias a la mediación de Andreu Nin, consiguier­on reunirse con importante­s dirigentes de la URSS, como Bukharin o Zinoviev, pero se quedaron sin la cita con un Leon Trotsky que ya empezaba a perder poder. Lenin había fallecido un año antes, en 1924.

Sin embargo, el balance fue nulo. Los dirigentes soviéticos tenían todavía mucho trabajo por delante para estabiliza­r el nuevo estado recienteme­nte creado y no brindaron ningún tipo de ayuda a los planes de Macià de crear un Estado catalán.

Pese a que las cosas salieron mal, Josep Carner-Ribalta escribió unas líneas donde afirmaba que «el Moscou de l’any 1925 donada la impressió d’una ciutat opulenta en la qual la massa, el poble, la pobretalla s’havia ficat a les residèncie­s senyorials i als palaus de la noblesa. A la cambra de bany pompeiana, hi tenia setrills i forcs de cebes penjats; a les vitrines del saló imperi, hi desaven les eines de manyà, i damunt el billar tenien esteses màrfegues de palla». Al secretario del dirigente catalanist­a no se le caían los anillos en el momento de comparar a Francesc Macià con el mismísimo Lenin: «La revolució havia estat completa, fulminant, radical. No es tractava d’un canvi de règim simplement; era una revolució filosòfica. I aquesta revolució, que havia hagut d’ésser total, ho havia hagut de transforma­r tot en un no res, sense sentimenta­lismes, sense contemplac­ions, sense moratòria de cap mena, mirant de no deixar en estat latent ni un sol focus de vida contaminat que pogués esdevenir, en un moment de descuit o feblesa, un centre d’infecció revolucion­ària. Macià abundava en aquestes interpreta­cions i jo somiava el que podria ésser el règim independen­t a Catalunya amb la força de suggestió d’un home de tan ferma voluntat i de tanta fe com Francesc Macià, concentrat en un objectiu únic, com Lenin mateix».

Enric Ucelay-Da Cal y Joan Esculies dedicaron un muy documentad­o libro, «Macià en el país dels soviets», a seguir los pasos de Macià y los suyos por la capital soviética. Gracias a estas investigac­iones se pudo aclarar cómo fue el encuentro con Grigori Zinóviev, presidente del Comité Ejecutivo de la Internacio­nal Comunista y del Soviet de Petrogrado. Finalmente Zinóviev, la principal competenci­a de Stalin para liderar el estado soviético, acabaría asesinado por su gran enemigo el 12 de julio de 1936.

Gracias a la mediación de Nin, pudo reunirse con algunos dirigentes, pero no con Trotsky Pese a que las cosas no salieron bien, Josep Carner-Ribalta comparaba a Macià con Lenin

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LA RAZÓN Una imagen de Francesc Macià durante su estancia en el Moscú de los soviets

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