La Razón (Cataluña)

«Nos marchamos al saber que íbamos a ser bombardead­os» Acnur estima que hasta 1,5 millones de personas cruzará esta semana la frontera polaca

► El paso fronterizo de Medyka se ha convertido en la principal ruta de acceso de los refugiados ucranianos a Polonia

- Taylin Aroche MEDYKA (POLONIA)

La vida de Lubov ha cambiado radicalmen­te en las últimas dos semanas. Tiene 28 años y acaba de cruzar la frontera polaca junto a su hermana Anna de 31, su próxima parada es la estación de trenes de Przemysl, a pocos kilómetros del paso fronterizo de Medyka. Llevan cuatro días de viaje desde Uman, en la provincia de Cherkasi. Un amigo las acercó a la estación de autobuses de su ciudad y a partir de ahí entre autobuses, coches y trenes lograron llegar hasta Polonia. «Escuchamos que la ciudad sería bombardead­a, me fuí para poder volver y cuando termine la guerra regresar y reconstrui­r mi país», cuenta Anna entre lágrimas. «En realidad aun no soy capaz de procesarlo todo, nunca me imaginé vivir una guerra, abandonar mi país, mi casa, todo por lo que mi familia ha trabajado», continua Lubov. Las dos hermanas regentaban regentaban una tienda de comestible­s, heredada tras la muerte de sus padres. Anna espera en la cola para conseguir billetes de tren para ambas, quieren irse en el primero que salga de la estación. Media hora después, los horarios de los trenes deciden su destino: Cracovia. No tienen familia o amigos en la ciudad, «estoy segura que será temporal, intentarem­os volver a empezar en Polonia, somos jóvenes y podemos hacerlo, pero tengo la esperanza de volver a Ucrania», dice Lubov. La guerra en Ucrania ha provocado el mayor éxodo desde la guerra de los Balcanes. Según el Gobierno polaco, 922.400 refugiados han cruzado la frontera desde que estalló el conflicto. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, estima que hasta 1.5 millones de personas cruzarán a territorio polaco en la próxima semana. Miles de personas en Ucrania están tomando decisiones que no se hubieran imaginado hace dos semanas. Profesores, mecánicos, expresiden­tes, todos han cogido las armas con el objetivo de resistir. Los trabajador­es de la construcci­ón en Polonia están abandonand­o un lucrativo empleo para cruzar la frontera. Anatoli lleva una mochila en la que solo caben un par de botas, una muda y medicament­os básicos. Cruza el paso fronterizo de Medyka sin mirar atrás «es mi deber», dice y se despide. Según Varsovia, cerca de 200.000 ciudadanos ucranianos con residencia permanente en Polonia abandonaro­n el país en los últimos 10 días. La valentía del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, sorprendió al mundo e inspiró a compatriot­as a volver y luchar. Zelenski se quedó en el país para luchar y personific­ar el heroísmo de la resistenci­a ucraniana. Diversa, tolerante y comprometi­da con la libertad y la democracia. El marido de Olga decidió unirse a las fuerzas militares y luchar, «nunca había tocado un arma, es abogado, pero en Kiev no hay otra opción», cuenta mientras intenta organizar sus maletas y dar de comer a sus dos gatos, recién llegada a la estación de tren de esta pequeña localidad de Przemysl; Sasha, su hija de 12 años, lleva arrastrand­o una maleta rosa dos días, cuando salieron de la capital ucraniana. Olga dejó atrás a su marido Yuriy y a su hijo de 20 años, «volveré a verlos», dice convencida y con una entereza que sorprende.

La estación de trenes Przemysl es un hervidero de personas a cualquier hora; los voluntario­s se han volcado con esta ciudad y con

los refugiados. Su objetivo principal es cubrir las necesidade­s básicas de los más vulnerable­s cuando llegan a territorio europeo. «Lo primero es ofrecerles algo caliente para tomar, después algo de ropa de abrigo», apunta Magdalena Wilim, voluntaria. « Algunos necesitan ayuda médica, tenemos ambulancia­s trabajando las 24 horas y un grupo de psicólogos especializ­ados en niños», continúa.

La gran mayoría de las personas que llegan hasta aquí son mujeres y niños; seguidos de personas mayores. Entre tanto ir y venir de autobuses y trenes a primera hora de la mañana de ayer, de repente un niño entra en pánico, el pequeño Alan ha perdido de vista a su maen dre por 30 segundos, lo rodean un par de guardias polacos que no pueden tranquiliz­arlo; grita y llora perdiendo el aliento. «No puede separarse de mí, lo ha pasado muy mal dejando a su padre», cuenta su madre Angelika que lleva a una niña más de un año en brazos. En Ucrania se ha quedado su marido y a sus suegros, que se negaron a abandonar su casa en Bucha. Ucrania pasó en poco tiempo de ser un lugar lejano e incomprend­ido, a una parte de lo que la gente piensa cuando quieren referirse a Europa. Desde hace 11 días, el presidente ruso Vladimir Putin está asesinando a cientos de miles de sus vecinos y empobrecie­ndo a una nación. Con las tropas y equipo militar apostados durante meses en la frontera ucraniana muchos creyeron que la única solución concebible era el diálogo, con una guerra desatada

Putin ha hecho que los gobiernos de todo el mundo empiecen a plantearse que, incluso en territorio­s donde las democracia­s están consolidad­as, la guerra ya no es imposible.

Según la administra­ción polaca, hasta un 75% de los ucranianos que cruzan su frontera se quedarán aquí. El resto prefiere irse a Alemania o Reino Unido, entre otros. En la estación de Przemysl, los cargadores y los lugares con una conexión eléctrica son los más cotizados mientras esperan su próximo destino. Quienes deben esperar uno o dos días para su siguiente conexión se quedan en supermerca­dos transforma­dos en refugios temporales donde la comida caliente, artículos de limpieza, ropa de abrigo y los osos de peluche no faltan. Las escenas de solidarida­d de los voluntario­s se mezclan con la tristeza de quienes han abandonado todo en su país. Hasta aquí llegan los que se pueden permitir dejar Ucrania. Muchos se quedaron atrás, muchos no pueden salir.

El 75% de los asilados se quedarán en el país, el resto prefiere irse a Alemania o a Reino Unido

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AP Refugiadas, en su mayoría mujeres con niños, tratan de descansar al cruzar la frontera polaca
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Voluntaria­s polacas dan comida en Medyka
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NICOLE GUBATON Una familia se abraza después de una larga travesía para escapar del horror
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REUTERS
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