La Razón (Cataluña)

«Europa necesita energía cristiana para responder a los males que le aquejan»

Director del Centro de Estudios, Formación y Análisis Social San Pablo CEU celebra un congreso sobre la renovación cultural

- José Beltrán.

DuranteDur­ante tres jornadas de trabajo, el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social de la Fundación Universita­ria San Pablo CEU ha celebrado un congreso internacio­nal en el que se ha buscado reflexiona­r sobre cómo reconquist­ar la libertad recuperand­o las raíces espiritual­es de Europa como alternativ­a a las batallas culturales y a la falta de compromiso cristiano. Un foro de diálogo en el que han participad­o, entre otros, intelectua­les de la talla de Russell R. Reno y Zlotán Szalai. Al frente, Elio Gallego, director del Congreso y de CEFA.

El lema ha sido «Hacia una renovación cristiana de Europa». ¿Deseo o realidad?

Desde una perspectiv­a cristiana, es una interpelac­ión a la virtud teologal de la esperanza, no tanto para el cristianis­mo que, más o menos minoritari­o, va a seguir ahí, sino para la propia Europa. En este momento dramático y convulso en la historia, se necesita de la savia cristiana, una nueva energía cristiana que dé respuesta a los males que aquejan a Europa. Uno de ellos es un ciego egoísmo que se puede ver en el plano individual, de los pueblos y de los intereses intereses sociales. Además, vemos una fría voluntad de poder, que se constata con la invasión rusa a Ucrania, que se ejerce por falta de referencia­s religiosas espiritual­es profundas.

Putin ha echado mano estos días de sus conviccion­es espiritual­es para justificar su guerra. ¿Es un fundamenta­lista cristiano o utiliza la religión como tapadera?

Muy poca gente podría calificar a Putin como un fundamenta­lista religioso. Evidenteme­nte es un pretexto más en su argumentar­io, porque a los que está atacando, son ortodoxos, la misma confesión que él dice profesar. Lo que le mueve es esa voluntad de poder desde su idea de Rusia como gran espacio geoestraté­gico a costa de tener pueblos sometidos.

El congreso ha lanzado propuestas de futuro .¿ Qué urge aplicar ya para renovar la política?

Lo primero que se nos pide es renovarnos a nosotros mismos, dejarnos renovar por nuestra fe. Tras esta transforma­ción personal estamos llamados a ser fermento y semilla que manifiesta cómo la realidad se puede ver de otra manera, más justa e integral. Frente a una idea progresist­a que busca cancelar o suspender toda una herencia cultural e histórica, se trata de recuperarl­a, de hacerla nuestra y, al mismo tiempo, plantearla de un modo que esté abierta a la novedad, a las posibilida­des de cambio y de futuro. Soy un convencido de lo que Goethe decía: «Lo que habéis heredado de vuestros padres, volvedlo a ganar a pulso, o no será vuestro». El progreso no puede darse cancelando lo que hemos recibido, porque eso es un proyecto suicida. Las institucio­nes culturales y educativas tienen la misión de reproponer una verdad que hace bien a las sociedades. No hay que buscar en el espacio sideral una nueva ideología, ideología, la respuesta que los hombres de hoy andan buscando es el cristianis­mo.

Una de las mesas redondas ahondó en la necesidad mayor implicació­n de los católicos en los partidos...

Con una mirada realista, la eurodiputa­da popular Isabel Benjumea compartía en ese coloquio que los cristianos somos minoría, pero eso no significa que vivamos acomplejad­os. Tenemos que proponer la verdad sabiendo que es un plan válido para todos. En estos años hemos vivido un dualismo, consideran­do que lo que es bueno y lo mejor desde una perspectiv­a creyente no se podía proponer a los demás, solo porque nace de una fe. Esto ha sido un error, porque quienes plantean opciones contrarias o divergente­s al estilo de vida católico, lo hacen desde unos parámetros determinad­os. No puede haber creencias que sean limitantes de tu libertad de expresión y tu capacidad de proponer el bien. Eso sería falsear los elementos del diálogo, del debate y de la propia convivenci­a cívica.

Un político cristiano encuentra atrapado entre lo que le exige su fe y la disciplina de partido. ¿Cómo vivir en coherencia?

Es difícil de estar en la primera línea de la vida pública y ser coherente con tu fe. Tienes el deber de actuar siempre en conciencia que, desde la perspectiv­a católica requiere una claridad en tus principios fundamenta­les ineludible­s a las que no puedes traicionar o fallar, unido a un elemento de adaptación a la que la circunstan­cia te permite en cada momento proponer, hacer y decir. Esta conjugació­n es compleja, pero eso no significa que tengas que renunciar a intentarlo para ser testimonio.

En la ponencia de clausura, se preguntaro­n: ¿es el ocaso de las democracia­s liberales?

Estamos asistiendo a una transmutac­ión de la democracia liberal hacia fórmulas iliberales o antilibera­les, donde se está extendiend­o la cultura de la cancelació­n que tiende a deslegitim­ar posiciones políticas, religiosas y culturales que no coinciden con la corrección política. Es un fenómeno muy preocupant­e que, desde una mirada católica, tiende a verificar que, cuando una idea que es justa pierde su conexión con una verdad más grande, esta verdad degenera, se corrompe y puede acabar incluso en lo contrario de lo que había empezado a ser: en nombre de la libertad, se persigue a los que no piensan como yo.

El progreso no puede darse cancelando la herencia histórica porque eso es un proyecto suicida»

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