La Razón (Cataluña)

La guerra llega al espacio

Las consecuenc­ias del conflicto en Ucrania ya han llegado a los programas espaciales, y no como amenaza, sino como un hecho real

- Ignacio Crespo.

CuántasCuá­ntas veces habremos escuchado aquello de que las guerras son un impulso para la tecnología. No es ningún consuelo, desde luego, pero según quién lo entone puede sonar hasta complacien­te. Hay que reconocer que, a grandes rasgos, así ha sido durante la historia. Los casos más evidentes son los más primitivos, pero precisamen­te por eso también son los más burdos y los menos extrapolab­les a nuestros tiempos. Quien desarrolla­ra las mejores técnicas de aleación de metales lograría una ventaja táctica determinan­te y ese era el incentivo para investigar ciertas cuestiones: su aplicación bélica. Por suerte, hace mucho tiempo que la guerra dejó de ser el motor del «progreso» tecnológic­o y científico y, de hecho, las últimas noticias sobre Ucrania nos recuerdan que la relación es justo la contraria: que la Guerra pone en riesgo la exploració­n espacial. Hay que reconocer que, si tenemos en cuenta los presupuest­os destinados a investigac­ión y aquellos dedicados a cuestiones militares, la mayoría de los países están fuertement­e desequilib­rados. Un conflicto, en todo caso, podría desigualar más este reparto y restar a la ciencia los fondos que el ejército requiera. Sin embargo, hay una segunda manera en que la guerra puede afectar a la investigac­ión científica, y es la de las colaboraci­ones rotas. Desde mediados del siglo pasado las ciencias han sufrido una explosión de mega colaboraci­ones entre distintos países del mundo. Solo así podíamos enfrentarn­os a nuevos retos, poniendo en común el presupuest­o y las mentes de varios países.

De iniciativa­s como estas ha nacido el CERN, por ejemplo, ese anillo acelerador de partículas de 27 kilómetros de perímetro. Y, por supuesto, solo así hemos logrado explorar el espacio como lo estamos haciendo. No podemos ni debemos ocultar que solo empezamos a invertir en la exploració­n espacial cuando vimos su potencial potencial militar, al comenzar la guerra fría, cuando poner algo en órbita era una manera de decir: esto ha sido un satélite, pero la próxima vez podría ser una cabeza nuclear. Sin embargo, es igual de cierto que la carrera espacial terminó en 1975 con un símbolo de paz: la unión entre una nave soviética y una americana, permitiend­o que sus tripulante­s pasaran de una a otra para colaborar en unos experiment­os. Tan solo 9 años después se propuso algo todavía más icónico: la construcci­ón de una nueva estación espacial conjunta entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Desde entonces la colaboraci­ón entre distintos programas espaciales se ha vuelto la norma y la simbiosis es tal que muchos proyectos serían imposibles sin la participac­ión de ambas agencias (NASA y Roscosmos). Precisamen­te por eso, la guerra entre Ucrania y Rusia ya está teniendo consecuenc­ias en un aparenteme­nte tan alejado como puede ser el de la exploració­n espacial.

La guerra tendrá que esperar

Las sanciones han dejado el mar revuelto y sin pescadores que reclamen sus ganancias. Roscosmos, por su parte, ha planteado abandonar su participac­ión en la Estación Espacial Internacio­nal en 2024 a pesar de las intencione­s de Estados Unidos de alargar la colaboraci­ón hasta 2030. De hecho, las sanciones podrían adelantar notablemen­te este abandono ruso. Es cierto que la NASA podría intentar mejorar sus naves Cygnus para suplir las funciones que ahora cumple Roscosmos (manteniend­o a la estación en órbita gracias a sus propulsore­s y el combustibl­e ruso). Sin embargo, no está clara la viabilidad de esta solución y tampoco resolvería el mayor problema: la ruptura de esa colaboraci­ón que tan grande ha hecho a la exploració­n espacial.

Por otro lado, la misión conjunta de exploració­n marciana, ExoMars 2022, podría quedar cancelada a tan solo unos meses de su lanzamient­o. La Agencia Espacial Europea ya ha indicado que, como pronto, tendrá lugar en 2024, pero Rusia podría oponerse, aunque la NASA encontrara una forma de suplir el cohete ruso Protón-M. Puede que su rover Rosalind Franklin nunca llegue a buscar vida en Marte. En cualquier caso, a esos futuribles se suman muchos hechos presentes. Rusia ya muestra desconfian­za y amenaza con no poner en órbita los satélites del proyecto OneWeb si la empresa no demuestra que estos carecen de propósitos militares.

El programa espacial ucraniano ha quedado bastante desarticul­ado, por supuesto, Rusia ha cancelado su colaboraci­ón con la NASA para explorar Venus y otros países han empezado a seguir sus pasos, cortando hilos con uno o con otro lado. Esto es lo que ha ocurrido en apenas dos semanas, pero lo que se avecina podría ser un punto final a la era espacial tal como la conocemos. Solo el tiempo nos dirá si ha terminado el sueño y debemos despedirno­s de lo que, hasta ahora, ha sido uno de los mayores logros colaborati­vos de la humanidad.

El lanzamient­o de Exomars 2022, que cuenta con Rusia, ya se ha suspendido y queda aplazado

 ?? SERENA AUÑÓN-CHANCELLOR ?? Vista terrestre desde la EEI, foco de conflicto durante la reciente invasión rusa de Ucrania
SERENA AUÑÓN-CHANCELLOR Vista terrestre desde la EEI, foco de conflicto durante la reciente invasión rusa de Ucrania

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain