La Razón (Cataluña)

Ferrera indulta a «Madero» y corona su encerrona

Tres orejas y dos y rabos simbólicos obtuvo de su encierro con la ganadería de Victorino Martín en la matinal de Olivenza

- Patricia Navarro.

En medio de ese alboroto se subió en el caballo Antonio Ferrera para picar al sexto de la mañana

OLIVENZA (BADAJOZ). Se lidiaron toros de Victorino Martín. El 1º, de buen pitón zurdo; 2º, flojo, noble y suavón; 3º, peligroso; 4º, bis, complicado; 5º, extraordin­ario, indultado; 6º, complicado pero con fondo. Casi lleno.

Antonio Ferrera, de blanco y oro, casi entera caída (oreja); pinchazo, media caída, aviso, descabello (saludos); pinchazo, estocada (oreja); bajonazo (oreja); indultado (dos orejas y rabo simbólicos); pinchazo hondo, descabello (ovación).

hay mejor final, último y grandioso que el indulto para una tarde, o mañana de toros. En la de ayer en Olivenza transitamo­s por distintos lugares, parajes, emociones, pero llegamos al destino perdido, alejado, de ver a un toro embestir sin descanso, hasta el final, con entrega, sin abrir la boca. Acudir al caballo, en una ocasión, pero con ganas. Querer coger la muleta siempre, con clase. Entregarse al toreo, al espectácul­o y emocionar por su embestida. Gloria última. La de «Madero», ganadería de Victorino Martín. Vida buena lo espera en el campo. Y disfrute para Antonio Ferrera, que fue el valiente que se las quiso ver con seis del mítico hierro. No es cualquier cosa. Nunca. En ningún lugar.

El tercio de varas fue un espectácul­o en sí y la faena fue avanzando con pasos de gigante a la grandeza. grandeza. Ferrera supo embarcar la belleza del ritmo que tenía el toro, relajarse y disfrutar. Dar a ese viaje la eternidad y sumarla a los remates, los pases de pecho que de verdad acababan en la hombrera. Era una barbaridad ese toro, esa manera de embestir, esa manera de disfrutar el torero. Un final feliz en una mañana repleta de mensaNo jes. Se pidió el indulto y el indulto fue. El toro marchó al campo y al torero se le veía en plenitud. Antes había sublimado el concepto del temple en una mañana seria.

En medio de este alboroto se subió al caballo en el sexto para picar. Ferrera es un parque de atraccione­s en el que nunca sabes lo que va a pasar. Se justificó después después con las complicaci­ones del animal en la muleta, tenía buen fondo el toro.

Antes ya habíamos tenido entretenim­iento diverso. El primero marcó mucho por dentro por el derecho (aunque acabó tragando en una contundent­e muleta de Ferrera). Fue toro bueno por franco y con ritmo y de menos a más la labor del diestro.

Flojeó en primera instancia el segundo, pero tuvo buen fondo y condición el victorino en la muleta de Ferrera para una faena larga y templada, a la que le faltó contundenc­ia con los aceros.

El tercero marcó un antes y un después. No era un toro cualquiera. Fue un bellezón. Imponía con sus puntas para arriba y su remate. Serio. Y más cuando fue al caballo con un ímpetu tremendo. Pedazo tercio. A la muleta llegó con todas las incertidum­bres. Interesant­ísimo (a pesar de que tenía las fuerzas contenidas). Por el izquierdo no pasaba. Un cuarto de embestida. Antonio quiso siempre. Centrado, porfión, verdadero, tirando de oficio y corazón para alargar la embestida diestra que era agradecida y para no volver la cara al natural. Faena de entrega de las que merecen la pena ver.

Al sobresalie­nte Álvaro de la Calle le tocó dar muerte al cuarto, que se partió el pitón desde la cepa. Y ya que estaba de estiró y se gustó. Demasiado. El bis era alto y feo. El contrapunt­o al tercero y embistió con todo muy bastote. En ese punto de arrollar. Ferrera no hizo concesione­s a la galería porque toreaba para él. Tragó y le hizo tragar. La estocada se le fue abajo. La faena había estado arriba.

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Importante mañana de Antonio Ferrera con seis victorinos

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