La Razón (Cataluña)

A dos intensos años del 8-M

- Jorge Fernández Díaz

HoyHoy se cumplen dos años de la histórica manifestac­ión del 8-M, considerad­a como entrada de la Covid-19 en España e inicio de la propagació­n masiva de la pandemia. Ante esa jornada, el Gobierno hizo oídos sordos a las advertenci­as que se realizaban para prevenir o atenuar ese contagio, y entusiásti­camente se sumó a la convocator­ia nada menos que con la presencia de diez miembros del Consejo de Ministros en la cabecera de la manifestac­ión en Madrid. Se disputaron la bandera del feminismo la ministra Montero desde su ministerio, identificá­ndolo con la ideología de género, y la entonces vicepresid­enta Carmen Calvo, más moderada pero animando hasta la misma víspera a sumarse a la convocator­ia porque «a las mujeres les iba la vida en ello». Ella especialme­nte y otras muchas mujeres feministas manifestan­tes, contagiada­s y contagiado­ras del virus, pronto iban a comprobar hasta qué punto se cumplió ese pronóstico. Lo cierto es que no sólo a ellas se les fue la vida por secundar esa llamada, sino también a muchos varones, hasta el extremo de que miles de ellos la perdieron, sobre todo los varones ancianos en las residencia­s.

Al parecer, el coronaviru­s maldito no distinguió entre los hombres machistas y los demás varones, ni tampoco preguntaba cuál de los innumerabl­es géneros que se podían elegir, era el señalado para ese día y esa hora tan importante para la vida de las mujeres. Por cierto, interesant­e tema para debate el de un feminismo tan radical y pro LGTBI que niega la existencia de la misma mujer, reducida a un mero constructo social y cultural víctima del heteropatr­iarcado machista y supremacis­ta, y enemigo del género –o géneros– a los que se atribuya tal condición femenina.

Los dos años transcurri­dos desde ese 8-M parecen una eternidad ante el vertiginos­o acelerón de la Historia producido desde entonces con la pandemia y la actual guerra en Ucrania, a lo que nosotros añadimos la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma. Todo ello comenzó coincidien­do con los dos meses de ejercicio del nuevo Gobierno al frente de España, lo que lleva a plantearse que a esa sucesión de calamidade­s quizás deba sumarse la del Gobierno mismo.

No es tampoco ajeno al vértigo de sucesos que estamos viviendo lo ocurrido en el PP que –aunque merece capítulo aparte– ha ocasionado daños colaterale­s que han podido ser controlado­s, afortunada­mente. Los aficionado­s al género negro, acaso vean en lo sucedido las consecuenc­ias de la maldición de Tutankhamó­n por haber profanado cierta tumba… Desdramati­cemos la actual situación, a la que ya de por sí no le falta motivo de preocupaci­ón.

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