Declaración de guerra

La decisión de la Unión Europea de imponer a Rusia una serie de sanciones ha sido plenamente acertada. Las medidas acordadas son conformes con el Derecho Internacional. Suponen una respuesta lícita a unos hechos tan graves como son las operaciones militares de Rusia en Ucrania. El Gobierno de Moscú no puede reinterpretar las reglas que regulan la convivencia entre los Estados. Las sanciones políticas y económicas a las que se enfrenta Rusia no atentan contra el orden internacional sino que, por el contrario, tratan de establecer la legalidad que ha sido quebrada por la decisión rusa de invadir Ucrania. En términos políticos, el Gobierno ruso ha declarado la guerra a la comunidad internacional y, por tanto, la Unión Europea lo que pretende es que se restaure la situación tanto con significado político como jurídico y que se garantice la paz y la seguridad internacionales. La parálisis del Consejo de Seguridad, precisamente por el veto de Rusia, hace posible que sean los Estados de manera individual o colectiva quienes respondan a un acto de agresión. Ello revela la debilidad del sistema internacional pero, al mismo tiempo, enseña la facultad de la que disponen los Estados para hacer frente a situaciones de este tipo. El comportamiento ruso ha hecho temblar las bases de la convivencia y ha puesto en entredicho la labor de Naciones Unidas y de otras organizaciones internacionales en favor de la paz. La comunidad internacional es la agredida en esta situación y cualquier Estado puede responder en su nombre de acuerdo con los presupuestos que determina el ordenamiento jurídico internacional. No se deben buscar otros agresores más que a Rusia y no existen otros agredidos que Ucrania y la comunidad internacional. Rusia ha quebrado la integridad territorial de Ucrania y su independencia política y atenta gravemente contra los propósitos de las Naciones Unidas. Esta es la realidad. Todo lo demás serán meras excusas y la voluntad de desinformar.