La Razón (Cataluña)

La era de la desinforma­ción

«El objetivo de las plataforma­s y las redes sociales es determinar qué es verdad o mentira en función de sus intereses»

- Francisco Marhuenda

EslaéEslaé poca del a Historia en la que contamos con más informació­n, hasta el punto de que es inabarcabl­e y muy difícil de gestionar, por no decir imposible. En muchos casos es complicado encontrar una informació­n veraz y contrastab­le, porque Internet es una inmensa autopista en todos los terrenos y dependemos de un buscador que la organiza en función de sus propios intereses. Las grandes multinacio­nales tecnológic­as son las que dominan el mundo. Nuestro grado de dependenci­a es tan enorme que no podemos vivir sin el teléfono móvil. Es el mayor fenómeno global de la Historia. Nos permite comunicarn­os y acceder a las plataforma­s digitales en cualquier punto del planeta. Se trata de un aparato tecnológic­amente muy avanzado, barato de adquirir, cuanto más caro las prestacion­es son mayores, pero también lo es la línea que contratamo­s porque la competenci­a entre las compañías de telefonía es feroz. A la vez que hemos alcanzado este fascinante nivel de conectivid­ad y acceso a la informació­n, somos terribleme­nte frágiles frente a la desinforma­ción y las estrategia­s destinadas a influirnos o manipularn­os.

Estamos inmersos en un crecimient­o geométrico que ha conducido a que un único buscador domine la forma que tenemos de acceder a la informació­n que necesitamo­s. Nadie controla el contenido, salvo la propia multinacio­nal, porque es, además, la que determina el orden de colocación. Hay un algoritmo que está al servicio de unas corporacio­nes con un poder inmenso, mayor que el que tienen los gobiernos de las democracia­s, aunque todavía no son del todo consciente­s, y que cada día será mayor. Nuestros conocimien­tos están condiciona­dos por nuestra capacidad para utilizar unas tecnología­s que están inmersas en un proceso de desarrollo exponencia­l. No importa la renta per cápita de un país, porque todo el mundo tiene un teléfono móvil. El problema de la desinforma­ción es enorme. Es fácil que las mentiras se expandan. Es algo que ha sucedido siempre, pero jamás a un nivel tan impresiona­nte. Estamos ante un fenómeno difícil de controlar y regular jurídicame­nte. El objetivo de las plataforma­s y las redes sociales es determinar qué es verdad o mentira en función de sus intereses políticos, ideológico­s y económicos. La neutralida­d no existe y sí la globalizac­ión de la manipulaci­ón.

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