En busca de las esencias
Tras la presentación hace unos meses en Cádiz de una versión reducida, se ha exhibido por fin en Pamplona la que recoge la totalidad del trabajo de David Gálvez sobre la partitura original de esta cantata escénica salida de las manos de un Falla dubitativo que no llegó a culminar el problemático proyecto, heredado por Ernesto Halffter. Cercós apuntaba que las características del empeño acercaban a Falla a un monumentalismo que nunca había sentido. Halffter recortó la composición de las notas que consideraba que no eran de su maestro; o que éste no las hubiera dado por buenas. Es esta versión expurgada la que ha utilizado Gálvez para su trabajo. Una labor espartana que sin duda habría convencido a don Manuel y que ha tenido una digna interpretación al mando del propio director de la Coral pamplonica, que ha sabido conjugar los elementos a su disposición, empezando por la pareja de diestros pianistas y el excelente percusionista, componentes de la extraña y a la postre sutil base instrumental. José Antonio López, barítono de una pieza, resonante, de recia encarnadura, dijo con austera expresividad y cálida entonación su parte como Corifeo y dio la imagen del Falla anciano con su bastón en ristre. A su lado, la imagen del Falla niño de Leire Peralta. Contundente, entonada, con su característico vibrato, Gema Coma-Alabert; y delicada, de suaves maneras, la Isabel de Marta Huarte, que dijo el «Sueño de Isabel» de manera exquisita. Las siete Pléyades estuvieron ajustadas en su canto, tan próximo en el recuerdo al de las Muchachas Flor del «Parsifal» de Wagner. En «Las Carabelas» y la «Salve», en las imitaciones del la procesional «La noche suprema», en los compases de «El peregrino», la Coral de Pamplona mostró la calidad de sus voces y expresividad de su canto, aunque no siempre el ajuste y afinación fueran perfectos. Bien el bailarín Carlos Díaz en sus papeles de Hércules y Colón; una de las ideas salidas del magín de Tomás Muñoz, un director de escena que le buscan las vueltas a casi todo. Aquí tenía campo para dar rienda suelta a su fértil imaginación: proyecciones, manejo de luces, movimientos acompasados de la Coral y observación de las indicaciones de Falla contenidas en sus cartas y anotaciones.