La Razón (Cataluña)

El «lobbista» de Putin que avergüenza a Alemania

Schröder se autoprocla­ma mediador sin condenar la agresión ilegal de Moscú

- Rubén G. del Barrio. BERLÍN

Una foto tomada en 2018 durante la celebració­n de la Copa del Mundo y en la que se ve a Putin abrazando al ex canciller alemán Gerhard Schröder ha vuelto a colarse en las portadas de los principale­s periódicos alemanes. La fotografía es solo la evidencia gráfica de un clamor que en los últimos días se ha tornado más evidente entre la sociedad y la élite política para exigir al ex jefe del Gobierno que se distancie del presidente ruso por la guerra en Ucrania. Pero mientras arrecian las críticas, Schröder calla.

El que fuera séptimo canciller alemán, hoy es más conocido por sus cabilderos económicos que por sus labores en pro de la socialdemo­cracia. Una trayectori­a que empezó en el mismo momento que abandonó la Cancillerí­a cuando firmó la construcci­ón del Nord Stream 2, el gasoducto que llevaría gas ruso a Alemania por el fondo del mar Báltico, o cuando extendió carta blanca para que Berlín se convirtier­a en el mayor socio comercial de Moscú. Desde entonces, el ex canciller preside el consejo de administra­ción del megagasodu­cto y el consejo de vigilancia del consorcio energético ruso Rosneft, además de estar nominado para ingresar a partir de junio en el gigante ruso Gahay zprom. Entre medias, nunca cesaron las muestras de cordialida­d entre Putin y Schöder, al mismo tiempo que no dejaron de sucederse las críticas que, lanzadas desde distintas esferas de la sociedad, nunca llegaron a entender una amistad que incluso llevó al ex canciller a celebrar su cumpleaños junto al presidente ruso en un hotel de San Petersburg­o. Durante años, los lazos del prominente socialdemó­crata con Putin y sus lucrativos puestos en las juntas ejecutivas de las empresas rusas fueron más o menos ignorados. Sin embargo, la situación ha cambiado con la invasión de Ucrania hasta alzar esos reproches a la categoría de críticas, pero Schröder no solo no se ha distanciad­o de la intervenci­ón de Rusia, sino que sigue haciendo caja con los negocios del Kremlin y sus compañías de gas. De poco sirvieron las palabras del actual canciller que apremió a su correligio­nario a abandonar su cargos de esas empresas. En una entrevista con la televisión pública ZDF, Olaf Scholz afirmó que su relación con el gasoducto «no es un asunto privado» y que su condición de ex canciller implica unas «responsabi­lidades» que persisten cuando deja de ejercer ese cargo. Unas palabras a las que que sumar una carta escrita por los diez principale­s políticos del Partido Socialdemó­crata (SPD) en la que se pide a Schröder que se oponga públicamen­te a Putin. «Con su comportami­ento se burla de los demócratas en Rusia, en Ucrania, en Europa y en todo el mundo», dicta la misiva. Un listado de peticiones que por ahora caen en saco roto y a la que se sumó este miércoles una demanda presentada ante la Fiscalía alemana y en la que Schröder está incluído por crímenes de guerra relacionad­os con la invasión rusa. Incluso la Asociación Alemana de Fútbol también pidió al ex canciller, como miembro honorario, que renuncie a sus «funciones en empresas estatales rusas» o a su membresía honoraria. Según la revista «Vermögen Magazin», la fortuna de Schröder está estimada en unos 20 millones de euros a lo que hay que sumar su pensión como ex canciller que asciende a más de de 8.000 euros al mes, junto a sus dietas por haber formado parte del Parlamento de Baja Sajonia y el Bundestag. Pero Schröder gana todavía mucho más a través de sus actividade­s económicas. Como revulsivo a las críticas, Schröder ha viajado esta semana a Moscú para entrevista­rse con Putin. El alemán guarda silencio y sigue sin condenar la agresión rusa.

El canciller Scholz y el SPD exigen al ex líder socialista que abandone sus cargos millonario­s rusos

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KREMLIN Schröder conversa con Vladimir Putin en 2019 en una imagen de archivo

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