Sanitario, una profesión de cada vez mayor riesgo
► Amenazas, insultos y golpes. Hoy es el Día Europeo contra las agresiones a estos profesionales
Cada día de 2021, un médico fue agredido por un paciente –o un familiar de éste– mientras realizaba su trabajo. El segundo año de pandemia disparó la violencia contra la profesión médica hasta un 39%. Además, son las mujeres, y especialmente las médicas de Atención Primaria, las que acumulan más de la mitad de los casos, con un aumento de las amenazas y lesiones físicas frente a los insultos.
Por otro lado, pero en la misma línea, siete de cada diez enfermeras y enfermeros de nuestro país han sufrido una agresión física o verbal por parte de pacientes o familiares en los dos últimos años.
Los farmacéuticos tampoco se libran de esta lacra: 62 han sido agredidos, amenazados, coaccionados o insultados en los últimos 12 meses, mayormente por negarse a dispensar sin receta médica.
¿Qué está pasando para que una parte de la sociedad haya convertido a estos profesionales en el blanco de su frustración y de su ira? «Este problema no es nuevo, viene de lejos», reconoce un médico de Málaga –que prefiere permanecer en el anonimato– al que ya han agredido físicamente varias veces en sus 20 años de profesión, y amenazado, otras tantas. «A mí me han dicho de todo: que me iban a esperar cuando saliera del hospital por la noche para darme tres navajazos, que sabían a qué colegio iban mis hijos… El problema es que si, pueden ser una minoría, pero son ‘una gran minoría’ que hace mucho daño». Él es uno de los 612 médicos que fueron atacados el año pasado.
Según los datos del Observatorio Contra las Agresiones del Consejo General de Colegios de Médicos (CGCOM), de todas las agresiones sufridas, el 62% correspondió a mujeres frente al 38% de los hombres, algo que consolida la tendencia de los últimos años a que sean ellas el blanco de los ataques. El ámbito de la Atención Primaria se mantuvo a la cabeza con el 51,1% de los casos, seguido del de los Hospitales (22%).
Silvia Montoro, de 45 años y médico de familia y de urgencias en tres municipios de Málaga, encaja en el perfil de las profesionales que más agresiones sufren. Aunque reconoce que ya había recibido insultos y amenazas en numerosas ocasiones, no podía ni imaginar lo que le iba a pasar una tarde-noche de marzo de 2021. «Estaba de guardia, dentro de la consulta porque estaba revisando unas historias clínicas. Oí que llamaban al timbre repetida e insistentemente, y salí corriendo porque parecía grave». «Cuando abrí la puerta, vi a un señor que estaba de pie, pero, en cuestión de segundos, se desplomó en el suelo. Vinieron corriendo mis compañeros –un enfermero y un técnico sanitario– y lo pusimos en una camilla. En cosa de dos o tres minutos recuperó la consciencia y yo noté que se empezaba a poner agresivo. Se incorporó mirándome fijamente, se apoyó el técnico para coger impulso y me dio una doble patada en el esternón. Yo volé, literalmente, levanté los pies del suelo de la fuerza del golpe, me di contra la pared y caí al suelo. Mis compañeros le redujeron y el guardia de seguridad –que teníamos en aquel momento y ahora ya no tenemos, lamenta– avisó a la policía». Aún siente un nudo en la garganta cuando lo cuenta. El dolor emocional sigue muy presente, pero también el físico. «Me ha quedado una lumbalgia crónica, llevo un año yendo a rehabilitación, y lo que me queda». Sin embargo, no pidió la baja en ningún momento.
Los datos recogidos por el observatorio muestran que ésta suele ser la actitud mayoritaria, ya que, de todas las agresiones comunicadas en 2021, solo el 13% acabaron en baja laboral. Para el coordinador del informe, Gaspar Garrote, el hecho de que el 87% de los médicos vuelva a trabajar tras haber sufrido una agresión es un claro ejemplo de «la heroicidad del personal sanitario, que se enfrenta siempre a los problemas de salud, aunque haya salido escaldado».
Un paciente me dio una doble patada en el esternón y volé por los aires. Tengo lumbalgia crónica» Silvia Montoro, médico