Una victoria «en apariencia»
Todo fue un fracaso marcado por la inoperancia, el tráfico de drogas y la corrupción. Se derrotó al enemigo de forma ficticia
Lo peor de una guerra de invasión es que pasado el tiempo no se sabe qué hace uno ahí. La propaganda inicial es muy fuerte, y las emociones movilizan a la tropa y a la retaguardia, incluso justifica barbaridades. Sin embargo, la duración cambia la mentalidad de la gente. Eso pasó también en Afganistán. El ataque a los Estados Unidos en 2001 por Al Qaeda lanzó la guerra global contra el terrorismo, acabando las tropas norteamericanas invadiendo dicho país. Se derrotó en apariencia al enemigo, pero EE UU quedó ahí para establecer una democracia. Todo fue un fracaso marcado por la inoperancia, el tráfico de drogas y la corrupción, como vimos en la rápida salida en 2021 para que los talibanes recuperasen Afganistán. Craig Whitlock, reportero de investigación desde hace décadas ahora en «The Washington Post», nos presenta de forma documentada la historia de aquel fracaso y de la mentira que duró dos décadas. No fue una guerra de 20 años, sino una guerra de un año que se libró 20 veces. Whitlock ha recogido las entrevistas del inspector general para la reconstrucción de Afganistán, que controlaba los cientos de miles de millones que iban a aquel país, y muchos más testimonios. En los papeles se ve que EE UU apartó a los talibanes, fuertemente arraigados, de la reconstrucción de su propia nación, y eso fue, al decir del enviado de Naciones Unidas, el «pecado original» de la guerra. La intención de Whitlock es dejar patente el paralelismo entre Vietnam y Afganistán: hombres y dólares dilapidados por una clase política insensible que ocultó los errores. Por ejemplo, se gastaron billones de dólares en formar un ejército afgano que luego no disparó ni una bala contra los talibanes. Muchos estadounidenses, escribe Whitlock, pensaron desde el principio que su Gobierno los engañaba, y otros cayeron en el autoengaño. La información se manipuló. Los errores fueron muchos: dieron prioridad a una administración corrupta y elevaron a Hamid Karzai a la presidencia. Todos mintieron, demuestra Whitlock, tanto Bush como Obama, y luego Trump, y funcionarios y periodistas colaboraron. Muchos de ellos siguen en sus puestos.