Sin la bendición de Reinhold Messner
►Cuando el 8 de mayo de 1978 Reinhold Messner y Peter Habeler se convirtieron en los primeros en alcanzar la cima del Everest sin oxígeno, no sólo derribaron una barrera física que parecía inalcanzable, sino también psicológica. Los dos alpinistas tuvieron que hacer oídos sordos a los pronósticos médicos que vaticinaban que ningún ser humano sería capaz de sobrevivir sin oxígeno artificial a esa altitud. Sobreponiéndose a esos negros augurios, los dos alpinistas consiguieron finalmente su objetivo. Pero en contra lo que pudiese esperarse, Messner no ha bendecido precisamente la aventura invernal de Kobusch. En una entrevista en Nepali Times el 27 de diciembre, el rey de los ochomiles (el primero en subir las catorce cumbres más altas del planeta, el primero –con Habeler– en ascender el Everest sin oxígeno... el primero en casi todo) hablaba con desdén del proyecto del joven alemán de ascender el gigante del Himalaya solo, en invierno y sin oxígeno artificial. Messner circunscribió la expedición al ámbito de las «relaciones públicas». «Él ha dicho que sólo tiene un 1% de posibilidades –argumentaba–, y si eso es así debería haberse quedado en los Alpes afrontando montañas más pequeñas con éxito, o escalando picos de seis o siete mil metros antes». Pero lo cierto es que, pese a sus 29 años, Kobusch no carece en absoluto de experiencia. Aunque únicamente tiene un ochomil en su haber (el Annapurna, en 2016) el alpinista alemán ha hollado también la cima del Ama Dablam (6.812 metros) y se apuntó la primera ascensión a un sietemil, el Nangpai Gosum, una hazaña que le valió una nominación al prestigioso Piolet de Oro. Y el pasado noviembre, sin ir más lejos, subió el Purbung (6.500 metros) en compañía de Nicolas Scheidtweiler como parte de su proceso de aclimatación antes de afrontar el reto del Everest.