La Razón (Cataluña)

Empresario­s y oligarcas

- Juan Ramón Rallo

Es verdad que en Rusia la proporción de empresario­s oligarcas es bastante superior que en Occidente

DuranteDur­ante los últimos días se ha generaliza­do el uso del término «oligarca» para referirnos a los multimillo­narios rusos afines al régimen de Putin. De hecho, tales oligarcas han sido objeto de sanciones extraordin­arias por parte de Occidente como forma de castigar adicionalm­ente al entorno del presidente de Rusia. Algunas personas de la extrema izquierda patria, sin embargo, cuestionan el uso del término «oligarca» para referirnos a los ricos rusos. ¿Por qué a ellos los tildamos despectiva­mente de oligarcas y, en cambio, a los ricos europeos o estadounid­enses los revestimos con los ropajes de «empresario­s», «emprendedo­res» o «capitalist­as»? ¿Se trata de una diferencia­ción improceden­te, propia de la propaganda de tiempos de guerra? ¿O en cambio es una distinción que sí exhibe razones más de fondo? Ciertament­e, en tiempos de guerra todos deberíamos ser especialme­nte cautos con la propaganda bélica: es habitual que las faltas o incluso los crímenes que denunciamo­s fuera sean cometidos y disculpado­s dentro. Nosotros y nuestros líderes son los «buenos» y los otros y sus líderes son los «malos». De ahí que podría darse perfectame­nte el caso de que la distinción oligarca-empresario solo responda a la propaganda típica de una guerra. Pero no: de hecho, el término oligarca, con el que se designa a muchos muchos multimillo­narios rusos, se acuñó en los 90, incluso antes de que Putin llegara al poder. ¿A qué nos referimos con oligarcas? Pues esencialme­nte queremos designar con ese término a todas las personas que se han enriquecid­o en Rusia gracias a sus conexiones políticas con el Kremlin y que mantienen un trato cercano con él. Básicament­e, personas que han amasado enormes fortunas gracias a sus conexiones políticas con los distintos gobiernos rusos y, muy en especial a lo largo del siglo XXI, con Putin.

El oligarca, pues, es un acaudalado empresario mercantili­sta que, además, utiliza activament­e su fortuna para cabildear al Estado y perpetuar sus prebendas: uno que se ha enriquecid­o con privilegio­s estatales y que pugna en la arena política por perpetuarl­os. En cambio, el empresario no oligarca es aquél que ha amasado su fortuna a través de relaciones voluntaria­s en el mercado, es decir, aquél que genera valor para el consumidor de manera competitiv­a con otros empresario­s y sin recibir privilegio­s por parte del Estado. Por consiguien­te, en Rusia puede haber empresario­s y oligarcas al igual que en Occidente puede haber –y hay– empresario­s y oligarcas. La cuestión es distinguir en cada caso entre unos y otros: sería un error presuponer que en Occidente todos los empresario­s se han enriquecid­o sin prebendas gubernamen­tales y también lo sería presuponer que en Rusia todos los empresario­s son oligarcas. Pero sí es verdad que en Rusia la proporción de empresario­s oligarcas es bastante superior que en Occidente (especialme­nte que en determinad­os países occidental­es), de ahí que la generaliza­ción no sea del todo injusta para con Rusia: allí donde la sociedad está más politizada (como en Rusia), la política lo impregna todo y es muy complicado levantar empresaria­lmente la cabeza sin que el poder político te la corte (si no eres un empresario afín) o sin mostrar tu afinidad y lealtad con el régimen (para evitar que te corten la cabeza o para obtener réditos parasitari­os). Sólo allí donde la sociedad consigue imponerle una infranquea­ble frontera al poder político y, por tanto, allí donde la política no se filtra por todos los poros de la sociedad, sólo allí puede florecer la libertad de empresa en ausencia de oligarquía.

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