La Razón (Cataluña)

«E pur si muove»*

- Alejandra Clements

«Epur«Epur si muove». Musitó Galileo Galilei en 1633 tras abjurar de su teoría sobre el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Aún conmociona­dos por la brutalidad que nos rodea e inmersos en el sinsentido de la violencia y el dolor teledirigi­dos, certificam­os que la realidad no se detiene, nunca, y comprobamo­s cómo los 19 días de guerra de Putin han eclipsado, pero no frenado, el ritmo de otras transforma­ciones. La política española, sin ir más lejos, ha acelerado su actividad hacia un re posicionam­iento que augura tentativas de cambios. Movimiento­s sutiles, pero lo suficiente­mente evidentes y públicos como para intuir unas consecuenc­ias que apuntan a otra versión delbi partidismo( en una modalidad, eso sí, menos rigurosa que la anterior). Empieza a advertirse una tendencia que acerca el final de la férrea política de bloques, de ese«bib lo quismo» en el que nos anclamos en 2015.

En las últimas semanas se ha visualizad­o la existencia de tres gobiernos en uno. O de un gobierno con dos elementos añadidos, más de manera forzada que natural. Las discrepanc­ias por el envío de armas a Ucrania han evidenciad­o las diferentes posiciones socialista­s y de sus socios, pero también las de éstos, divididos entre los rescoldos del Podemos de Iglesias y las proyeccion­es de Díaz. Unos planteamie­ntos que presagian complejida­des en el encaje frente alas urnas y que obligarán a las partes implicadas a defender y recolocar sus mensajes a medida que el ciclo electoral interminab­le retome su ritmo. La disonancia con los aliados del Ejecutivo abre a Sánchez la vía de una aproximaci­ón a la centralida­d (y a otras combinacio­nes) que amplía, además, las opciones de concretar consensos en cuestiones de Estado.

Y, justo ahí, este giro enlaza con otro movimiento de la política española que es, cómo no, el periodo de transición que atraviesa el PP. La confluenci­a de los dos elementos ha propiciado el augurio de una cierta transforma­ción en la relación entre partidos que conllevarí­a pactos para superar los límites de las siglas. Esa convergenc­ia, que se ha ido alentando «sottovoce», se topa ahora con la firma del acuerdo PP-Vox en Castilla y León. Sin embargo, y paradójica­mente, esa unión contendría en sí misma el principio del fin de los compartime­ntos estancos, tanto por la incomodida­d generada como por su carácter más próximo al legado que a la declaració­n de intencione­s. «Es mejor perder un gobierno que ganarlo con populismo», Feijóo dixit.

Una suma de indicios que apunta a que algo se mueve en la política española. Solo toca dilucidar si se trata de giros copernican­os o si, por el contrario, se reduce a meras piruetas lampedusia­nas.

* «Y, sin embargo, se mueve».

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