Universidad de mayores
El profesor Azcona, director de la Universidad de Mayores de mi universidad (la Rey Juan Carlos) tuvo el detallazo de contar conmigo este año para impartir clases a un grupo de 21 personas, mayores de 50 años, todos más jóvenes que yo, que ya estoy próximo a la jubilación obligatoria (y no deseada) de mi docencia universitaria. Mucha gente desea jubilarse con 55 años y en mi caso, como en el de mi admiradísimo amigo el doctor Juan Casado, pediatra del Hospital Niño Jesús, o en el de mi otro admiradísimo amigo el cirujano Enrique Moreno, pensamos que es ahora cuando estamos en disposición de transmitir conocimientos muy valiosos para las futuras generaciones. Ellos, en un campo importantísimo, la medicina, yo, en uno mucho más modesto, la formación de comunicadores y publicistas, pues los años de estudio, de escuchar a otros maestros en nuestra especialidad, de hacer el esfuerzo de sistematizar lo aprendido en diversas publicaciones se van con nosotros al retiro definitivo de la jubilación.
En fin, «sic transit gloria mundi», y haremos lo que podamos (Juan Casado y Enrique Moreno desde sus figuras de emérito y desde su enorme generosidad) para seguir ayudando a formar a las futuras generaciones de profesionales de nuestros ámbitos de conocimiento. Dicho esto, queridos lectores, confieso que ha sido un verdadero orgullo dar clases a este alumnado tan maravilloso que, en edad de descansar y disfrutar de una jubilación bien ganada, deciden apuntarse a un título propio de nuestra universidad con el único afán de aprender o de acercarse a ramas del conocimiento a las que no pudieron acceder en su día, porque estaban tratando de sacar a su familia y, por ende, a España, a flote. Este artículo sirva de agradecimiento a este alumnado «mayor» por su entrega y generosidad.