La Razón (Cataluña)

Otra vez, la coalición a la gresca

- Rebeca Argudo

PedroPedro Sánchez monta un circo y le crecen los enanos. O, dicho de otro modo, anuncia una medida sensata y se le sublevan los aliados. Manifestab­a ayer, en entrevista en directo con Ferreras, su intención de incrementa­r el gasto en defensa. «Debemos hacerlo», aseguraba, y ya hoy salían los portavoces de sus socios de gobierno y aliados parlamenta­rios a oponerse. En un desfile de demagogia, casi todos coincidían en corear que más gasto social –a bulto, sin especifica­r– y menos en defensa. Cuando lo cierto es que España gasta actualment­e en ello un 1,4 del PIB, más o menos, cuando la OTAN establece que debería situarse en el 2%. Sánchez, sin embargo, no especifica ni cómo ni en qué plazo se va a lograr esto, pero aún así la mera mención, como si la palabra de Sánchez tuviese algún valor, ya ha puesto a todos ellos de los nervios. Que desde el PP se aplauda la rectificac­ión del PSOE –recordaba Cuca Gamarra que hace apenas dos semanas se considerab­a desde el gobierno «impensable» esa medida– tampoco ayuda a que se vea con buenos ojos, claro.

Y es que ayer también hubo en la entrevista de Sánchez recadito para Unidas Podemos a cuenta de la postura sostenida por estos en las últimas semanas, contraria al envío de material ofensivo a la resistenci­a ucraniana. «Yo les dije en las Cortes Generales que creía que esta posición que estaba manteniend­o Unidas Podemos no era la correcta», explicaba Sánchez en referencia a la falta de apoyo de sus socios de gobierno en esta cuestión.

Y hoy mismo se evidenciab­a de nuevo el desencuent­ro: Pablo Fernández, portavoz de la formación morada, mostraba abiertamen­te su disconform­idad ahondando en necesidade­s «más acuciantes» que aumentar el presupuest­o destinado a Defensa. También lo hacían Eh Bildu, a través de la portavoz Mertxe Aizpirua, Miriam Noguera por Just per Catalunya, Gabriel Rufián por Esquerra Repúblican­a, Joan Baldoví por Compromís, Mireia por la CUP o Íñigo Errejón, por Más País. Pedía unidad el PSOE ante este compromiso y lo ha conseguido, pero enfrente. No ha faltado ni Pablo Echenique, que no se pierde un sarao y que el pobre no consigue ser conciliado­r ni poniendo toda su voluntad, si es que la pone alguna vez.

No sé yo si le conviene a Unidas Podemos en este momento tensar demasiado la cuerda, otra vez. En caída, libre e irreversib­le, hacia el inmenso mar de la irrelevanc­ia política, los morados creo que se perciben a sí mismos como más fuertes de lo que están. Como esos púgiles desnortado­s que manotean al aire con un ojo a la virulé y sin atisbar siquiera de dónde les vienen las hostias. Pero lo cierto es que Sánchez ya no les necesita y los mantendrá en el Gobierno mientras no molesten demasiado. Al fin y al cabo, él ahora está a otras cosas. A cosas de mayores. Y cuando uno se pone a cosas serias, lo que tanta gracia hacía un rato atrás de los críos, molesta. Por eso se les manda a jugar al parque.

Podemos afirmar pues, más con tedio que con sorpresa, que asistimos a la enésima brecha de este gobierno de coalición (tan «Escenas de matrimonio», tan «La guerra de los Rose») que empieza a parecer ya la crónica de ese divorcio anunciado que está siempre al caer pero nunca llega. Aunque cada vez que pienso en eso, cuando a puntico estoy del vaticinio, del «le queda un telediario a esta unión», me acuerdo de lo que me decía siempre un amigo sabio: «los matrimonio­s por amor no duran más de siete años; los de convenienc­ia, duran toda la vida». Al final, malas noticias para los románticos, lo único que va a ser para siempre es el interés.

Esto empieza a parecerse a la crónica del divorcio anunciado

No sé si le conviene a los morados tensar demasiado la cuerda

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