Encuentran un gato con dientes de sable
El «Diegoaelurus vanvalkenburghae» no era realmente un minino, pero promete arrojar luz sobre los félidos primitivos
La especie acaba de ser descubierta y todo lo que tenemos de ella es media mandíbula Sus dientes estaban preparados para solo alimentarse de carne. Era un animal hipercarnívoro
NosNos gustan los orígenes, los necesitamos para contar nuestras historias. En ellas, todo debe tener un comienzo y por eso los buscamos desesperadamente entre los estratos de un pasado remoto. Pero... ¿dónde comienza una historia? Si queremos explicar cómo somos, tendremos que remontarnos en la cadena de causas que nos han moldeado y eso puede significar retroceder tanto como el mismo tiempo pueda permitirnos y, así, hablar de las propias leyes que gobiernan este mundo. Hay que «forzar» puntos de partida más recientes, eventos que traicionen la continuidad de nuestra evolución y que puedan ser presentados como hitos aislados de la Historia.
Tal vez por eso decidimos llamar Eoceno a la época que empezó hace 56 millones de años y que terminó hace tan solo 33, porque era un buen punto de inflexión desde el que contar nuestra historia, un segmento del tiempo en el que se desarrollaron los antepasados cercanos de muchas de las formas de vida que ahora dominan el globo. Y eso es lo que significa el prefijo «Eo-»: alba, amanecer. Una idea que acaba de reforzarse al encontrar, en esta época, lo que parece ser el primer félido hipercarnívoro de la historia. Podríamos compararlo con un tigre dientes de sable, aunque en miniatura, que falleció hace 42 millones de años. Su nombre es «Diegoaelurus vanvalkenburghae».
Un poco es mucho
La especie acaba de ser descubierta y todo lo que tenemos de ella es media mandíbula. Puede parecer poco, pero, posiblemente, sea de las partes del cuerpo que más información pueden darnos. Los hábitos alimenticios se revelan analizando el aspecto de los dientes y los distintos tipos que componen su dentadura (la fórmula). Por otro lado, las mandíbulas suelen incluir detalles interesantes que nos ayudan a ubicar al animal en el vasto árbol de la vida y permiten estimar con bastante precisión el tamaño del ejemplar. Incluso, si se estudia su estructura al microscopio, podríamos distinguir si era un adulto, un juvenil o una cría y así corregir la estimación que hayamos hecho sobre su tamaño.
En este caso, los investigadores han podido identificar al ejemplar ejemplar como parte de un género de félidos conocidos como macairodontinos, parecidos a los populares tigres dientes de sable. Una de las pistas que, incluso el ojo inexperto puede ver, es que, en el extremo anterior de su mandíbula, parece que el hueso comienza a crecer hacia abajo, dándole una barbilla prominente. Esto es algo que podemos ver en muchas otras especies con dientes de sable y, en principio, ayudaría a que sus largos caninos superiores no sobresalieran bajo la barbilla, lo cual los dejaría expuestos y frágiles, de este modo estarían protegidos protegidos lateralmente por el hueso de la mandíbula.
La palabra «hipercarnívoro» suena realmente imponente y tal vez nos choque escuchar «gatito» e «hipercarnívoro» en la misma frase, pero lo cierto es que nuestros gatos domésticos ya son hipercarnívoros, esto es: están preparados para alimentarse exclusivamente de carne. Y, si bien el «Diegoaelurus vanvalkenburghae» no era uno en sentido estricto, su tamaño reducido (cercano al de un lince pequeño) y su mandíbula preparada para alimentarse únicamente de carne hacen muy evocadora la imagen del «gatito hipercarnívoro».
La fórmula dentaria de su mandíbula consiste en un par de incisivos, dos caninos de un centímetro de longitud y una batería de tres carnasiales, preparados para cortar carne como si fueran tijeras. Esta combinación no es nueva, pero sí que parece ser de las primeras veces que está presente en un mamífero. Antes que en ellos se habían dado en animales poco familiares para nosotros, como los monstruosos gorgonópsidos. La coincidencia no es tal, sino producto de un proceso que conocemos como evolución convergente y, gracias a la cual, dos especies diferentes encuentran de forma independiente una misma solución para determinado problema, bien porque esta es el «apaño» óptimo o porque sus antepasados comunes limitan las soluciones que pueden desarrollar (si tienes cuatro extremidades muy difícilmente evolucionarás para añadir un tercer par).