El oligarca que rechista a Putin y que ha escapado de las sanciones
► Potanin, el «rey del níquel» y hombre más rico del país, avisó al presidente ruso del error de confiscar las empresas extranjeras
«Confiscar los activos de las empresas que han huido nos llevaría a los calamitosos días de la revolución» Su imperio controla la industria de los minerales: el 40% del paladio y el 10% del níquel pasan por él
El otro Vladimir con más poder en Rusia se apellida Potanin. Vladimir Potanin es, según «Forbes», el hombre más rico de su país, con una fortuna estimada en 245.000 millones de dólares. En medio de la tormenta contra los oligarcas rusos por parte de EE UU y la Unión Europea, este tiburón de los negocios está sabiendo esquivar los arpones de las sanciones internacionales. De hecho, es de los pocos supermillonarios más o menos cercanos a Putin que ha escapado del castigo de Occidente. ¿Cómo lo ha conseguido?
Amante de los yates, como buen oligarca ruso, Potanin ocupa un lugar central en la industria global de los minerales. Tocarle a él puede provocar una subida de los precios del sector que controla. Es el presidente de MMC Norilsk Nickel PJSC, con alrededor del 40% de la producción mundial de paladio y el 10% del níquel refinado, pero también es productor de platino, cobalto, rodio, plata, oro, iridio, rutenio, selenio, telurio y azufre.
Entre 1996 y 1997 fue viceprimer ministro de Energía y Economía, en el Gobierno de Boris Yeltsin. Fue entonces cuando comenzó a amasar su fortuna. Se le considera uno de los cerebros del programa privatizador de la economía rusa tras el derrumbe del sistema soviético a mediados de los años noventa, cuando comenzaron a surgir poderosos imperios empresariales controlados por la figura del oligarca, del que el propio Potanin es un claro exponente. Y sí, tiene una cercanía con Putin y en varios ocasiones fueron vistos públicamente, incluido en Sochi, en un partido de hockey de esos que tanto le gustan al inquilino del Kremlin.
Las claves que explican por qué Potanin no ha sido sancionado mezclan política, economía y geoestrategia, según explica John Hyatt, en «Forbes». En palabras de Richard Nephew, un funcionario de EE UU que diseñó la política de sanciones a Irán en el Departamento de Estado con Obama, «los oligarcas rusos pueden ser matones, pero no son matones sin medios». Su poder asusta e inquieta a muchos políticos, conscientes de que sancionarles puede acarrear serios problemas a las economías nacionales. «Los oligarcas son personas que tienen importantes conexiones económicas en las que hay que pensar. Eso no significa que no se los sancione, pero sí significa que hay pensarlo y ser un poco más cuidadoso».
Potanin no es el único magnate ruso sin castigo por sus vínculos con Putin tras la guerra de Ucrania. Vagit Alekperov, fundador de la empresa privada rusa de petróleo y gas Lukoil, que produce el 2% del crudo mundial, tampoco ha sido sancionado por la UE y por Reino Unido, una decisión que se explica por su papel de contrapeso a la poderosa compañía estatal Rosneft, dirigida por Igor Sechin, mucho más cercano a Putin y sancionado por Occidente días atrás.
Aunque el imperio económico y financiero de Potanin no se ha visto alterado, el magnate se ha mostrado preocupado por la deriva económica y política de Rusia si la guerra contra Ucrania no se detiene. Es uno de los pocos que se atreve a rechistar a Putin. Hace unos días lanzó este mensaje al presidente: «Confiscar los activos de las empresas que han huido de Rusia tras la invasión de Ucrania destruiría la confianza de los inversores durante décadas y llevaría a Rusia de vuelta a los calamitosos días de la revolución bolchevique de 1917».
Su apuesta es mantener cierto pragmatismo dentro de la guerra económica desatada contra Moscú. Moscú. «No deberíamos tratar de dar un portazo, sino esforzarnos por preservar la posición económica de Rusia en esos mercados que dedicamos tanto tiempo a cultivar», explicó en Telegram. Potanin dijo que confiscar los activos de las empresas que se han ido de Rusia «nos llevaría 100 años atrás a 1917 y las consecuencias –una falta de confianza global en Rusia por parte de los inversores– las sentiríamos durante muchas décadas».
De todos los oligarcas surgidos en los noventa, Potanin es quizá el que mejor ha logrado mantenerse en la cúspide. Mijail Jodorkovski se exilió tras ser condenado en Rusia por poner en entredicho la figura del mismísimo Putin, y Boris Berezovski apareció muerto en extrañas circunstancias. El conglomerado que preside Potanin también participa en la farmacéutica Petrovax, una estación de esquí en Sochi, medios de comunicación, cine, transporte y logística.