Trascendencia
HoyHoy me referiré a la intervención que hace pocos días escuchamos en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, a nuestro colega el distinguido teólogo Olegario González de Cardedal. Sobre «Expedientes humanos fundamentales y la pregunta por Dios»; sintéticamente, la idea de trascendencia. La exposición estuvo de lo más interesante, encabezada, entre otras, por una cita de Pascal: «Tú no me buscarías si no me hubieses encontrado».
Lo que más me sensibilizó del discurso de Don Olegario, fue que en toda su exposición no citó las palabras aporía y misterio: las eché muy en falta. La aporía, porque se refiere a preguntas que no pueden contestarse con absoluta seguridad y validez para todos los observadores. Lo segundo, el misterio, es consecuencia de lo anterior: no hay explicación aclaratoria unánime, y el misterio se mantiene en su arcano. Y en esas estamos en la questio disputata.
Seguramente con más fe de fondo que raciocinio experimental, la argumentación seguida por el orador enlasesiónreferidasebasóentextos de Heidegger, Jaspers y el mentado Pascal. Sin que en la secuencia reflexiva se hiciera alusión a física o cosmología; definitorias del big
bang, la gran expansión espacio/ tiempo y el sentido del cosmos.
De esa deriva pro investigación, me ocupé en mi libro «Buscando a Dios en el universo», en el que creo que me salí de los reductos convencionales de la filosofía, para adentrarme en lo que detectan los científicos, sobre todo astrofísicos y cosmólogos. Y me basé en la idea del universo antrópico/evolución (Wheeler y otros) para tratar de encontrar unas primeras respuestas.
A ese respecto cuando voy por la calle, algunos se me acercan y me preguntan: «¿Qué tal va lo de buscando a Dios…? ¿Lo ha encontrado Vd. ya?». Por el momento, me limito a responder: «Científicamente no lo encontré, pero lo intuyo cada vez más». Seguiremos reflexionando, pues, como desde los buenos tiempos de Platón...