Pulseras de celuloide
Dirección y guión: Pan Nalin. Intérpretes: Bhavin Rabari, Dipen Raval, Rahul Koli. India, 2021. Duración: 110 minutos. Drama.
Estamos ante un «crowdpleaser» que se pega unos cuantos baños de nostalgia para embellecer la idiosincrasia estética de la cultura hindú, aunque todo lo que rodea al protagonista –Samay, un niño que descubre el cine como si hubiera visto una aparición divina– queda desenfocado en favor de la crónica de su iluminación cinéfila. Es decir, el sistema de castas, el machismo y el papel de la mujer más allá del entorno doméstico, el conflicto entre tradición y modernidad… son apuntes, a veces ni eso, que se desdibujan frente al camino que emprende Samay hacia la religión de la luz. Su amistad con un proyeccionista, que le enseña a montar rollos de celuloide y a entender que el cine es, también, una sucesión de oscuridades, le empuja a fabricar sus propias sesiones en una aldea abandonada. Samay, que significa «tiempo», pone al tiempo a trabajar, y el modo en que hace aparecer al cine en los momentos y lugares más insospechados tiene una dimensión poética que no por ingenua resulta más poderosa. En ese sentido, el filme desarrolla aquello que conocemos como «magia del cine» de formas creativas no solo en las proyecciones domésticas que Samay organiza con sus amigos sino en esa feliz idea que convierte los rollos de celuloide en pulseras de plástico con nombre propio. En fin, el cine siempre estará ahí, donde menos se lo espera.
Lo mejor
►La ingenuidad del conjunto no empaña sus ideas sobre la fuerza iluminadora del cine
Lo peor
►El tratamiento de la vida en la India contemporánea es un tanto superficial