Los nuevos señores Smith
Vietnam, 1991, Moody (un venerable Samuel L. Jackson ya en sus años de abuelo cinematográfico), frío y solitario asesino a sueldo que arrastra una tos tremenda que no se cuida, decide «adoptar» a una niña llamada Anna (Maggie Q. «Misión: Imposible 3», una actriz cada vez más cómoda y desenvuelta con papeles como este) que acaba de perder trágicamente a su familia; lo cierto es que la cría, de literalmente armas tomar, ya apunta maneras que Moody sabe apreciar en lo que valen. Treinta años después, y ambos convertidos en una pareja admirada y «modélica» para el gremio, sobre todo la joven, matan de manera brutal a Moody y Anna, dura igual que un témpano aunque también con su corazoncito, decide vengarlo ayudada por Rembrandt (Michael Keaton), otro misterioso colega del gremio con truco y junto al que acaba manteniendo una relación tan poco creíble como aquello que se montaron en «Sr. y Sra. Smith». Película de acción a lo bruto (la tremebunda lucha entre Anna y Rembrandt al ritmo de una música muy sexy resulta molona) y un guion difícilmente creíble, la película, sin embargo, sabe que va dirigida a un público con ganas de pasar un rato entretenido que intenta olvidar aunque sea por un rato los últimos coletazos (ojalá) de la pandemia y los primeros de la sangrienta invasión de Ucrania con un título que se lo ponga fácil y no requiera demasiados esfuerzos ni florituras. Miren, yo al menos entré rabiando por culpa de una tendinitis en el hombro y salí algo anestesiada mientras seguía pensando lo poco que pegan juntos el cara palo de Keaton y Maggie Q. Pero los senderos del amor, aunque hablemos de criminales, son siempre inescrutables. Sobre todo, cuando apenas hay tiempo ni para declararse y desconfías tanto de tu media naranja, no sea que vaya y te pegue cuatro tiros.
Lo mejor
►Una Maggie Q cada vez más cómoda y entregada en las películas de acción
Lo peor
►Que el público se haga muchas preguntas sobre el guion, porque acabará mareado