La Razón (Cataluña)

El caso que ha puesto a Delgado contra las cuerdas

►Reconstruc­ción de cómo Ignacio Stampa pasó de investigar a Villarejo a ser investigad­o en la Fiscalía

- Irene Dorta. MADRID

UnUn avión Lanzarote Madrid trajo a Ignacio Stampa a su nuevo destino en la Fiscalía Anticorrup­ción en 2016. Las malas lenguas dicen que le encomienda­n el «caso Tándem» por ser novatillo y obediente. Pero la investigac­ión sobre el comisario Villarejo pronto se convierte en un monstruo indomable y se une un segundo fiscal, Miguel Serrano. Durante la instrucció­n aparece salpicada la entonces ministra de Justicia, Dolores Delgado, que acaba siendo fiscal general del Estado y jefa de pro pi oS tampa.Est aes la reconstruc­ción de cómo de investigar a Villarejo, Stampa pasó a ser investigad­o y, una vez aclarado que no hubo delito de revelación de secretos, emprendió una batalla por el proceder del Ministerio Público. LA RAZÓN accede a documentos del expediente y versiones inéditas.

En junio de 2020 la prensa publica pantallazo­s del chat interno de Podemos. Una de las abogadas del equipo, Marta Flor, habla de la sintonía que tiene con los fiscales «Ironman» y «Batman» (Stampa y Serrano). El escándalo es mayúsculo si están filtrando informació­n de un gran caso de corrupción a la acusación popular, así que Vox interpone una denuncia contra ambos que, de forma incomprens­ible, pasa a investigar­se en la Fiscalía de Madrid solo contra Stampa.

Aquí, entran tres hombres del Ministerio Público: la mano derecha de Delgado, Álvaro García Ortiz, jefe de la Secretaría Técnica; el jefe Superior de Madrid entonces Jesús Caballero Klink, y el teniente fiscal allí, Carlos Ruiz de Alegría. Éste último, designado instructor, realiza diligencia­s para esclarecer si Stampa filtró informació­n. Pide los chats de Podemos a la Audiencia y toma declaració­n a Flor y al otro abogado morado, Alejandro Gámez, que sitúan las conversaci­ones en la fanfarrone­ría y niegan cualquier connivenci­a con Anticorrup­ción. El 5 de octubre, Ruiz de Alegría firma el borrador del archivo del caso y lo envía a la Fiscalía General. A García Ortiz no le parece que se haya investigad­o bien porque faltan diligencia­s claves como la declaració­n del letrado de Podemos José Manuel Calvente o los mensajes que inician todo. El 8 de octubre reenvía un escrito de «sugerencia­s» en el que propone que cite al fiscal Serrano. Ruiz de Alegría lo hace y el 23 de octubre manda otro decreto de archivo.

Ese martes 27 era un día crucial porque se celebraba un Consejo fiscal en el que se renovaban las plazas de Anticorrup­ción. Ni Stampa ni Serrano las tenían fijas. Necesitaba­n que Delgado se las consolidar­a. Tener una investigac­ión en curso a Stampa le complicaba todo, pero si ya estaba archivada... Sucede que no se aprobó el archivo, García Ortiz no contestó al borrador del decreto hasta dos semanas después y ya era demasiado tarde.

Delgado era consciente de que dejar sin fiscales que conocieran el macrocaso de Villarejo era un tsunami que podría revolcarla. La Asociación de Fiscales (AF) no votó a ninguno de los dos y la Unión Progresist­a de Fiscales –a la que perteneció Delgado– solo a Serrano. Stampa, con cero votos, fue el único que se quedó sin plaza. El «segundo» entonces de Delgado, Luis Navajas, que días antes había pedido perdón a Stampa por un encontrona­zo mediático se ausentó de la votación. «No recuerdo si fue a ‘‘motu proprio’’ o si algún compañero me lo había aconsejado. Si hubiese estado, habría votado en favor de los intereses del señor Stampa», confiesa ya jubilado Navajas a este diario. Preguntado Stampa para este artículo no ha querido puntualiza­r más que este episodio: «Él me llamó esa mañana para decirme que Fausto Cartagena [jefe de la Inspección] le pidió que no estuviera».

Stampa dejó su despacho en Anticorrup­ción convencido de que habían sido los «intereses personales» de su jefa en el «caso Villarejo» los que lo estaban apartando. En ese tiempo recibió cartas amenazante­s pidiendo que dejara de investigar. Interior le puso escoltas. Y escoltado fue a su nuevo destino en la Fiscalía de Madrid, pero quiso saber por qué su investigac­ión no se archivaba y fue a ver su expediente en persona.

García Ortiz había devuelto por segunda vez el archivo «sugiriendo» que se volvieran a pedir los chats de Podemos a la Audiencia, que se solicitara­n correos del fiscal jefe de Anticorrup­ción, Alejandro Luzón, o que se citara a una periodista. En la Fiscalía General defienden que la prueba de que eran meras sugerencia­s es que solo se practicó una de ellas, la de los chats. Todo estalla cuando García Ortiz se entera de que Stampa está leyendo sus correos. El 4 de diciembre Klink redacta de «urgencia» un escrito explicando qué ha pasado. Se dirige a Delgado y esto es relevante porque porque ella siempre sostuvo que nunca conoció nada del caso. «Ella todo lo que olía a Villarejo no quería saber nada. Así que ni supo nada ni quiso saber», explicaron en el Ministerio Público a quienes preguntaro­n entonces. A partir de ese momento el instructor Ruiz de Alegría se planta y dice que es «improceden­te» seguir. La investigac­ión pasa a Klink.

La Audiencia Nacional reitera que no tiene los chats, que solo constan recortes de prensa. El 2 de febrero de 2021 Klink manda un tercer borrador de archivo con 15 páginas, pero dos días más tarde envía otro correo con un cuarto decreto «más concreto y preciso». Tiene 5 páginas menos y se han quitado detalles de testimonio­s claves.

Pero tampoco este es el final. Pasan 11 días hasta que el 16 de febrero se notifica el definitivo. En medio, todas las comunicaci­ones que hasta ahora habían tenido García Ortiz y Klink se desglosan y se guardan aparte porque, para la Fiscalía, Stampa al ser investigad­o no debe tener acceso a esta dación de cuenta. Él cree que sí tiene derechoy lo denuncia. Aquí está una de las claves porque, de conseguir que los jueces fallen a su favor, la manera de trabajar del Ministerio Público cambiaría. Por eso, la Fiscalía no se arriesgó a una sentencia. El pasado mes de diciembre entregaron a Stampa un CD con los correos internos que se cruzaron y el Tribunal Superior de Justicia entendió que hay «satisfacci­ón extraproce­sal».

En los últimos meses el «caso Stampa» ha dado un vuelco. La AF –asociación mayoritari­a– se ha puesto de su lado y han acudido a los tribunales en contra de Delgado. Aunque anteriorme­nte ignoró sus explicacio­nes cuando éste, que era asociado, envió una carta explicando que creía que la investigac­ión sobre él se había dilatado de forma artificial. Ahora los jueces marcarán los nuevos capítulos.

El decreto de archivo por revelación de secretos de Stampa tuvo hasta cinco versiones diferentes

El exteniente fiscal del Tribunal Supremo confiesa que él habría votado a Stampa

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Jesús Caballero
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Carlos Ruiz de Alegría

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