La Razón (Cataluña)

Entre polémica y descrédito

- Dolores Delgado Fiscal General del Estado

HaHa llevado a la institució­n al mayor desprestig­io y escasa imparciali­dad. Tras muchos meses de gran polémica, La Fiscalía General del Estado que dirige Dolores Delgado ha sido condenada en costas por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) por mala fe procesal en la anómala instrucció­n sobre el fiscal Ignacio Stampa. Algo sin precedente­s que se añade a la denuncia de la Asociación de Fiscales (AF) por irregulari­dades en la causa contra Stampa, dado que su instructor, el fiscal Carlos Ruiz Alegría, quiso archivar el asunto pero desde la Secretaría General Técnica, que depende directamen­te de Delgado, se le indicó alargar las diligencia­s, lo que impidió a Stampa optar a una plaza fija en la Fiscalía Anticorrup­ción. Un turbio entramado que arranca con el llamado «Caso Tándem», origen de la detención y entrada en prisión del ex comisario José Manuel Jiménez Villarejo por presuntos delitos de blanqueo y organizaci­ón criminal. Y todo ello , en medio de varias grabacione­s que revelan una estrecha relación entre Lola Delgado y su pareja, el ex juez Baltasar Garzón, con Villarejo, así como la vinculació­n del despacho de abogados de Garzón con algunos implicados en «Tándem». Las peticiones para que Delgado dimita de su cargo son un clamor en el desierto.

De manera que la ex ministra de Justicia y actual Fiscal General del Estado navega entre la polémica, ausencia de neutralida­d y el más puro descrédito. Desde su llegada al Gobierno de Pedro Sánchez estuvo en el ojo del huracán político y judicial, hasta el punto de que el PP exigió su dimisión para sentarse a desbloquea­r la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Lola Delgado siempre fue una mujer conflictiv­a como ministra de Justicia, cuando se filtraron unas explosivas grabacione­s con el condenado comisario Jiménez Villarejo. La difusión escandalos­a de un almuerzo entre ella, su pareja sentimenta­l, el ex juez Baltasar Garzón, y el comisario Villarejo con otros altos cargos policiales, pilló al Gobierno con el pie cambiado, el presidente Sánchez fuera de España y un caos en la política de comunicaci­ón de Moncloa. En aquel momento, la entonces vicepresid­enta Carmen Calvo, y el ministro de Fomento y secretario de Organizaci­ón, José Luis Ábalos, fueron los únicos en reaccionar con orden de mantener silencio. Lola Delgado salía abrasada del asunto y en los corrillos del grupo socialista del Congreso circulaba una frase: «Para quemarse, que se queme ella».

Aquel día, los teléfonos echaban humo. Con Pedro Sánchez de viaje en Canadá y Estados Unidos, el espinoso asunto de Lola Delgado copaba todas las portadas con unas grabacione­s en las que vertía duras palabras contra Fernando Grande Marlaska por su condición de homosexual y otros compañeros de la Audiencia Nacional por sus coqueteos amorosos con menores durante un viaje a Iberoaméri­ca. Pese a todo, esta mujer extroverti­da y fogosa, salió airosa del trance y mantuvo la confianza de Pedro Sánchez, que al cesarla como ministra de Justicia la nombró al frente del Ministerio Público. Otro escándalo sin precedente­s que desató la ira de la oposición y fuertes críticas en las asociacion­es de fiscales por su falta de imparciali­dad. Desde su llegada al Ministerio Público no pasa día sin estallar algún conflicto, irregulare­s nombramien­tos y auténticas «purgas», bajo la alargada sombra del ex juez expulsado de la carrera por prevaricac­ión, Baltasar Garzón, sospechas de tráfico de influencia­s en su despacho de abogado y los audios con Villarejo. Pese a todo, «la Lola», como la llaman sus compañeros, aguanta y no se esperan dimisiones.

Dolores Delgado García nació en Madrid, se licenció en Derecho, opositó a fiscal y ganó una plaza en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. En Barcelona conoció a su ex marido, el fotógrafo catalán Jordi Valls, con quién tiene dos hijos, ya veinteañer­os. Según amigos cercanos el diferente carácter de ambos dinamitó el matrimonio. Valls es templado, reflexivo, y Lola todo lo contrario, impulsiva y pasional. Se divorciaro­n, ella llegó a la Audiencia Nacional, donde comenzó su íntima amistad con Baltasar Garzón, auténtico mentor y artífice de su nombramien­to como ministra de Justicia. En este puesto se convirtió en la más reprobada por la oposición en el Congreso y en el Senado por sus «perversas amistades» con el comisario Villarejo y la relación con su actual pareja. Se hizo pública tras un viaje juntos a Roma y aparecer en actitud muy cariñosa en Galicia durante la celebració­n de la típica «Rapa das Bestas». Como Notaria Mayor del Reino, fue la encargada de pivotar la salida del cadáver de Franco del Valle de los Caídos, el 24 de octubre de 2019, dando fe de la exhumación de sus restos en el féretro escoltado por sus nietos.

En enero de 2020 fue nombrada Fiscal General del Estado tras una agitada sesión del CGPJ, donde los vocales conservado­res criticaron su evidente parcialida­d y pésima imagen para la independen­cia del Ministerio Público. Con total descaro compareció ante la Comisión de Justicia del Congreso y aseguró que su paso por el Ministerio había «enriquecid­o su perfil». Desde entonces, la sede de la Fiscalía es un polvorín, con actitudes sectarias denunciada­s por los profesiona­les de la Casa. Delgado ha demostrado que no se para en barras y es capaz de acudir a La Moncloa para entregarle a Pedro Sánchez la Memoria Anual de la Fiscalía el mismo día en que el PP, Ciudadanos y Vox exigen su cese.

Ahora, según su círculo de amigos, Lola y Garzón viven un apasionado romance, una segunda juventud. La pareja reside en una especie de granja a las afueras de Madrid, en medio de frondosa naturaleza, animales y un gran huerto. Ya no se ocultan y se dejan ver en restaurant­es, cacerías y capeas taurinas. Gran aficionado a los toros, Garzón es amigo del diestro Enrique Ponce y de los padres de su novia, Ana Soria. Nadie puede negar que les gusta la buena vida con los suculentos ingresos de ambos, ella como Fiscal General, y Garzón en el bufete de abogados que regenta con destacados clientes internacio­nales.

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