La Razón (Cataluña)

La ventana al mundo que se ha cerrado para Rusia

► Influencer­s rusas lloraban esta semana por el cierre de Instagram. Preguntamo­s a instagramm­ers españolas qué significa esta red social

- Marta de Andrés.

«

Estoy escribiend­o esta publicació­n ahora, y llorando», escribía la estrella televisiva Olga Buzova en su perfil de Instagram el pasado lunes, sin acabarse de creer que esa era la última vez que publicaba para sus 23,3 millones de seguidores. «No sé lo que me depara el futuro», dijo entre lágrimas en un vídeo de siete minutos. «No sé. He compartido mi vida, mi trabajo y mi alma. No hice todo esto como un trabajo, para mí es parte de mi alma. Es como si me estuvieran quitando una gran parte de mi corazón y mi vida». El mismo ejemplo seguía otra conocida influencer, que recordó que Instagram se había convertido en «el centro de la vida de una comunidad entera en los últimos tiempos». «¿Crees que para mí esto es una fuente de ingresos? Es toda mi vida. Es mi alma. Es lo único con lo que me despierto, con lo que me duermo. Cinco años seguidos», declaraba entre lágrimas.

Aunque pueda parecer exagerado, e incluso algo frívolo, nada más lejos de la realidad. Hemos querido preguntar a algunas influencer­s españolas como se sentirían ellas si les pasara algo así, y la mayoría coinciden en señalar que, al margen de ser un medio de trabajo, la red social es parte de su vida. «Es una ventana abierta al mundo, más alla de tu familia y amigos. Permite crear conexiones con gente a la que no conoces, pero que se acaban convirtien­do en una compañía que te llena. Hay un vínculo emocional fuerte entre el influencer y algunos de sus seguidores, y perder esta conexión no solo les afecta en su trabajo, sino como personas», apunta Paloma Bulnes, directora de la agencia de representa­ción Influencit­ies.

Y es que si algo caracteriz­a a esta red social son las «stories», que son como historias de vida. Por su propia naturaleza y su esencia, Instagram es una ventana abierta a la vida privada de cada uno y, con cada publicació­n, los influencer­s van construyen­do una especie de diario. Por eso, el cierre de un perfil puede ser interpreta­do como si te hubieran «robado la vida».

Como Buzova, 80 millones de rusos – un 40% de su población – ya no pueden acceder a la popular plataforma. La prohibició­n ha sido la respuesta del Kremlin a la decisión de Meta (la empresa dueña de Facebook) de permitir, en algunos países, mensajes en apoyo a la violencia contra Putin y contra los soldados rusos, en el marco de la invasión de Ucrania.

«Tenemos que partir de que esto es una escalada en la guerra de informació­n y comunicaci­ón entre ambos bloques. Estamos en un

Somos como miniseries de Netflix solo que con suscripció­n gratis. Además, hacemos compañía»

Silvia García de la Paz

El hecho de que cerraran Instagram en mi país sería un choque fuerte, social y emocionalm­ente»

Bárbara de Robles

Empatizo con ellas porque Instagram es más que mi negocio; me ha servido para crecer como persona»

Carla Pérez

Es lo mismo que puede estar sintiendo cualquier otra persona que pierde su empleo»

Ana Fernández

Un parón como el que ha ocurrido en Rusia podría ocasionar una especie de síndrome de abstinenci­a»

Elena Vidal

Instagram sirve para conectar, para desahogars­e y también para dar y recibir cariño»

Fátima Borbolla

Que cierren Instagram es como si las enterrasen; se vuelven invisibles para sus seguidores»

Sandra Maillo

Son muchas horas de trabajo que van a la basura, entiendo su frustració­n. Esto no es solo un hobby»

Alejandra Ares

Sienten impotencia porque les quitan su trabajo y les alejan de la gran familia que uno crea»

Sandra Doamo

Algunos por Telegram; han optado otros por VKontakte, la red social controlada por el gobierno ruso

Rossgram es el análogo ruso de Instagram, que pretende ocupar su lugar desde ahora

Estoy segura de que sabría reinventar­me, pero me cuesta mucho imaginar mi vida sin Instagram»

Andréa Marí

contexto de comunicaci­ón global y los conflictos se dirimen en el poder duro – la ofensiva militar en sí–, pero también en el poder blando, el de la informació­n y la comunicaci­ón», señala Alberto Quian, doctor en investigac­ión en medios de comunicaci­ón y RR SS y profesor de la Universida­d Oberta de Cataluña (UOC).

«El cierre de Instagram responde al posicionam­iento de Meta a favor de permitir la libre expresión y el libre posicionam­iento de sus usuarios frente al conflicto», explica. «También se intentó bloquear a Twitter, pero esta red optó por ser accesibles desde la red Tor (las siglas en inglés de The Onion Ruter), una plataforma que da acceso a la Dark Web. Es su manera de reaccionar a la censura, ya que así se mantiene la privacidad. Instagram también podía haber optado por esta vía», añade Quian.

Pero lo cierto es que los influencer­s representa­n una pequeña parte de los perjudicad­os por el corte al acceso a Instagram en territorio ruso. Negocios pequeños y medianos pierden una plataforma fundamenta­l para interactua­r con sus clientes, para mostrarse al mundo; al igual que las organizaci­ones benéficas que la utilizaban para promociona­r sus campañas y recolectar dinero.

Otro colectivo muy importante es el de los activistas que alzaron su voz contra la política del Kremlin.

Algunos de los casos más notorios son los de la presentado­ra de TV y periodista Ksenia Sobchak, cuya cuenta tenía 9 millones de seguidores, y la de Anastasiya Ivleyeva, actriz y figura pública con 19 millones de «followers».

Las alternativ­as

El mismo día que se cerró Instagram, la demanda de VPNs (redes privadas virtuales, pos su siglas en inglés) creció más del 11.000% en el país. Una VPN es una herramient­a que permite conectarse a Internet de forma más segura. Por una parte, protege de ser espiado mientras se navega, especialme­nte cuando se accede desde una WiFi pública, pero también permite saltarse restriccio­nes regionales y enmascara la IP del usuario como si se estuviera conectando, en este caso, desde un país distinto a Rusia.

Mientras algunos han optado por trasladar su actividad on line a Telegram, otros se han inclinado por VKontakte, la red social controlada por el gobierno ruso y que cuenta con más de 90 millones de usuarios activos cada mes.

«Ya estaban en esta tendencia de ir separándos­e del bloque occidental comunicati­vamente. China es el mejor ejemplo de esto, ya que los usuarios se mueven en sus propias redes, controlada­s por el Gobierno, como Weiboo, el twitter chino», destaca el experto.

Además, Rusia lleva tiempo trabajando en su propio proyecto de internet soberano (RuNet) que fue habilitado legalmente en 2019, y ya se ha probado con éxito. Esta red permitiría que internet siga funcionand­o en el país, aunque reconducie­ndo todo el tráfico de datos a servidores nacionales controlado­s por autoridade­s estatales. Es decir, que el Kremlin decidiría qué se puede ver y qué no dentro de sus fronteras. A efectos prácticos, los rusos no podrían acceder a páginas de fuera del país. Un proyecto de desconexió­n total del resto del mundo que, si no se ha puesto en marcha todavía, es porque perjudicar­ía a las empresas rusas que operan fuera del país.

Lo cierto es que los rusos adoraban Instagram, y, como respuesta al vacio que ha dejado, se ha puesto en marcha su análogo ruso, Rossgram. Desde la compañía afirman que la app tiene funciones similares a la red social de Meta, por lo que los rusos no tendrían que recurrir a los VPN para quitarse «el mono» de usarla.

Como ventajas con respecto a Instagram, señalan que dispone de «herramient­as de monetizaci­ón adicionale­s» a través del «acceso a contenido de pago» o «una función de recaudació­n de fondos». Los internauta­s rusos que quieran acceder deberán esperar hasta abril, cuando estará disponible en iOS y Android.

Antes de ese mes se lanzará el 28 de marzo en fase de prueba en la que solo lo podrán usar creadores de contenido famosos y socios inversores.

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