Embajadoras
DesdeDesde el viernes pasado Isabel Celaá es oficialmente Embajadora del Reino de España ante la Santa Sede. Ese día a media mañana presentó sus cartas credenciales al Papa Francisco en una ceremonia solemne y cordial en el curso de la cual conversó con el Santo Padre durante media hora; bastante más de lo habitual en estos casos.
Le han precedido en ese cargo, uno de los destinos más prestigiosos de la diplomacia española, otras dos mujeres. La primera fue María Jesús Figa López-Palop nombrada en el 2011 y que se mantuvo en ese puesto sólo un año y un mes. La segunda lo ha sido durante los últimos tres años y medio Carmen de la Peña y Corcuera que antes había sido embajadora en Etiopía y Qatar.
A dos diplomáticas les sucede ahora una política que trabajó como Ministra de Educación y portavoz del gobierno de Pedro Sánchez.
Su nombramiento, lamentablemente dado a conocer antes de que la Santa Sede diera su «placet», ha suscitado numerosos comentarios en España pero no en el Vaticano donde ha sido recibida con el rango y la cordialidad que merece la embajadora de un país mayoritariamente católico como es España.
La embajadora Celaá va a desarrollar una actividad muy centrada en las celebraciones del IV centenario del Palazzo di Spagna como sede permanente de nuestra representación diplomática ante la Santa Sede. Un privilegio que ninguna otra embajada en el mundo puede revindicar; durante cuatro siglos el Palacio ha sido escenario de muy diferentes momentos en las relaciones hispano-vaticanas. En él se han sucedido 156 embajadores –algunos muy famosos– pero solamente tres mujeres. Los tiempos han cambiado.