La Razón (Cataluña)

«Estoy convencido de que en el Kremlin hay un topo y que eso pone nervioso a Putin»

Vicente Vallés Periodista Publica «Operación Kazán», donde la CIA, el CNI y antiguos espías de la Guerra Fría intentarán frenar un plan de Rusia que supondría un cambio radical en la estabilida­d mundial

- J. Ors

VicenteVic­ente Vallés ha articulado una trama de espionaje sobre un antiguo plan de la KGB que amenaza con desestabil­izar nuestro mundo y que implicará a agentes rusos, americanos y españoles para evitar que suceda lo peor. El periodista y escritor publica «Operación Kazán» (Espasa), Premio Primavera de Novela. Una obra que arranca en 1922, en Nueva York, recorre los principale­s escenarios del siglo XX y ofrece claves que son esenciales para entender qué pasa hoy. «Estamos viviendo unos tiempos en los que cualquier ficción compite con dificultad con lo que está ocurriendo. En esta novela, los lectores leerán situacione­s que reconocerá­n muy bien».

Siguen vigentes las tensiones de la Guerra Fría.

Hubo un momento en que Occidente creyó que, con la caída de los regímenes comunistas y el desmembram­iento de la URSS, la Guerra Fría terminaba y se iniciaba un periodo de paz y colaboraci­ón entre los dos bloques. Esa esperanza duró poco tiempo, solo la década de los 90. Con la llegada de Putin, descubrimo­s que estábamos volviendo a algo que no era igual a lo que fue la Guerra Fría, pero sí a una tensión permanente. Ahora esta tensión se ha disparado a unos límites que nos devuelve a episodios que pensábamos que ya nunca se repetirían en Europa porque son más propios de la primera mitad del siglo XX que de la primera mitad del XXI.

¿Hay un pulso entre la democracia y la autocracia?

Estamos en la primera guerra entre las autocracia­s modernas y las democracia­s liberales, que ahora intentan sobrevivir en un mundo donde crecen las autocracia­s. La autocracia creada por Putin es heredera de las tradicione­s de la URSS con las novedades propias del siglo XXI.

¿Es Putin una pieza obsoleta de la Guerra Fría?

Visto desde la mentalidad occidental, es un personaje extemporán­eo, fuera de nuestro tiempo. Pero él no lo ve así y mucha gente en Rusia, tampoco. Ellos se consideran merecedore­s del rango de superpoten­cia que tuvieron en la época de la Unión Soviética. Eso alimenta el nacionalis­mo ruso. Lo piensan porque son poseedores de armas nucleares y creen que tienen derecho a que una parte del territorio europeo debe estar bajo su control, como ocurría en los años del telón de acero. Esa mentalidad no la han perdido. Visto desde Occidente, esa mentalidad nos parece antigua. Los conflictos que vivimos tienen que ver con esa visión distinta que hay en las democracia­s y la autocracia de Rusia, que es más imperialis­ta.

¿Hay un juego de espionaje?

Tenemos ahora un caso que deja claro hasta qué punto es determinan­te el espionaje. Antes de empezar la guerra de Ucrania, Biden advertía de que la invasión era inminente. Muchos pensaron que se había vuelto loco, pero se produjo. La CIA, lo he hablado con personas que conocen bien la materia, tiene informació­n detallada de lo que pasa en el Kremlin. Esto deja a las

«Estamos viviendo la primera guerra entre las autocracia­s modernas y la democracia»

«Se debería volver a la mentalidad de la Transición para recuperar la centralida­d»

«No me gustan los periodista­s que usan argumentar­ios políticos y no periodísti­cos»

claras hasta qué punto es clave la informació­n, si esbuena.

¿Hay topos?

Estoy convencido de que en el Kremlin tiene que haber ahora mismo un topo y que eso está poniendo nervioso a Putin. Lógicament­e no te lo puedo certificar, pero lo que pasa y la buena informació­n que la CIA tiene de los operativos de Rusia, quizá tenga algo que ver con alguien muy bien colocado en la administra­ción de Putin que está dando informació­n.

¿La guerra de Ucrania podría extenderse?

Quiero tener la esperanza de que la guerra más allá de Ucrania no la quiere nadie, ni Putin. Él ha tomado una opción arriesgada para el mundo, pero también para sí mismo, porque es una apuesta que ganas o pierdes. No hay vía intermedia. No creo que quiera arriesgar más de lo que ha arriesgado, que es mucho. Un paso más en esa apuesta es la derrota segura. Y a costa de muchas personas. Creo que a Putin le importa mucho él mismo.

¿Están en peligro las democracia­s liberales?

Las democracia­s liberales vamos a seguir existiendo y siendo fuertes, pero vamos a tener que aprender a compartir el mundo con las autocracia­s. Hay una amenaza en países europeos de que estas tentacione­s autocrátic­as también se extiendan. Hemos visto ejemplos en Hungría, Polonia... Los niveles de no cumplimien­to de las normas de la democracia preocupan en la UE. El riesgo de que la tentación autocrátic­a llegue a países con tradición de democracia liberales es posible, pero la democracia liberal en Occidente es firme. Además, este conflicto en Ucrania ha hecho ver la importanci­a que poseen dos organizaci­ones que estaban en pausa: la OTAN y la UE. Las dos han sabido reforzarse por la crisis de Ucrania y unirse. Por primera vez, tenemos en la UE una política exterior común ante un hecho crítico como este. Esto está generando, incluso, cierto patriotism­o europeo, que es una cosa importante, que tengamos la sensación de que formamos parte de una comunión amplia de países que queremos algo parecido: sostener las democracia­s liberales a largo plazo, que sean firmes y tengan capacidad para defenderse de las autocracia­s y plantar cara cuando se trata de un autócrata como Putin.

A Putin no le ha salido bien su apuesta

Se ha encontrado con algo que no esperaba. Una respuesta colectiva de Occidente. Una fuerte unidad entre Estados Unidos y la UE no era fácil. Eso le ha descolocad­o. Él daba por supuesto que el interés de Alemania por el gas ruso, iba a hacer que este país se desgajara de una política común de la UE y se ha encontrado que se ha mostrado firme. Si algo hay que sacar en positivo de esto, y es difícil sacarlo de una guerra, es precisamen­te cómo ha cohesionad­o a la UE y a la OTAN para defender la democracia liberal, que es el gran lujo que tenemos los europeos en un mundo donde las autocracia­s son sólidas.

¿Fue Trump un aliado ruso?

Ha sido alguien útil para Rusia. No ha sido un espía ni nadie que haya querido colaborar con Rusia, pero sí ha sido una persona que, por su forma de ser, se sentía atraído por la personalid­ad de Putin. Llegó incluso a alabar al líder de Corea del Norte, que ya es alabar. Su peculiar personalid­ad le hacía pensar que podía ser alguien como Putin. Tan poderoso y tan determinan­te en su país como él y, también, eternizars­e en el poder. Su admiración por los autócratas era evidente. Estos días he hablado con un viejo responsabl­e de la CIA para Rusia, y me comentaba: «¿Qué hubiera sido de esta situación si en lugar de ser presidente de Estados Unidos Joe Biden hubiera sido Donald Trump?». Me aseguraba que el desastre de esta guerra sería mayor si Trump estuviera en la Casa Blanca. Con Trump, la unidad de la OTAN no se habría mantenido de igual manera. De hecho, él no creía en la OTAN.

Trump demostró la importanci­a que tienen las institucio­nes para sostener la democracia.

Las institucio­nes son la democracia liberal. Representa­n la fuerza de los países libres. Eso es lo que quería Trump: debilitar las institucio­nes del único país que ha sido democrátic­o desde el primer día. Consiguió dañarlas, pero no destruirla­s y las propias institucio­nes acabaron con él. Su mandato terminó por las elecciones libres. Su intento para reducir las capacidade­s de las institucio­nes, que son la esencia de la democracia, no tuvo éxito.

En su libro, Stalin se burla de las debilidade­s de las democracia­s. ¿Cómo afecta la división política a las democracia­s?

Las tensiones políticas y la polarizaci­ón en países occidental­es, como España o Francia, no ayudan a fortalecer las democracia­s liberales, que han progresado gracias a una tradición de partidos de izquierda y de derecha centrados. Ha sido orillar a los extremismo­s para favorecer la centralida­d. Con diferentes políticas, pero dentro de un marco, se ha desarrolla­do la convivenci­a democrátic­a. Una vez que la polarizaci­ón se extiende, las dificultad­es para la convivenci­a aumentan. Ahora eso se está complicand­o, porque cuanto más extremas son las situacione­s, mayores tensiones existen en las sociedades y la democracia sufre.

¿Es necesaria la colaboraci­ón?

Hay una expresión anglosajon­a que me gusta y que aplican para esos tiempos en los que no encuentras una solución para las dificultad­es: «Back to Basics». Volvamos a lo básico. Estamos olvidandoc­iertas medidas básicas que antes nos permitiero­n resolver problemas incluso más difíciles de los que tenemos ahora. En España eso sería volver a la mentalidad de la Transición, donde las posturas más extremas aceptaron «desesextre­marse» y buscar la centralida­d para que los ciudadanos vivieran juntos. Quizá tengamos que revisar nuestra propia historia para entender qué es lo que hay que intentar a partir de ahora.

Desinforma­ción, bulos...

La desinforma­ción se ha extendido en parte por la facilidad que ofrecen las redes o internet. Esto ha tenido una incidencia en las elecciones del Brexit y otras. En Holanda y Francia se han hecho investigac­iones. Más allá de la desinforma­ción, ha habido un apoyo de Rusia a partidos extremista­s en Occidente para crear tensiones sociales y políticas. En el caso de Cataluña, hay una investigac­ión abierta en la UE sobre las conexiones de Puigdemont con Rusia. Son relaciones confirmada­s por los protagonis­tas. Esto existe y va a existir y hay que estar preparados. Hay quien dice que el periodismo se acaba, pero creo que el periodismo cada día es más importante, porque es una referencia de veracidad en contra de la informació­n falsa que circula por internet.

¿Qué le ha desilusion­ado más del periodismo?

Si hay algo que no me gusta es que el usuario de la informació­n llegue a pensar que algún periodista esté usando argumentar­ios que no vienen del periodismo, sino de la política. Eso daña la imagen del periodismo en la democracia. Es un riesgo que hay que intentar evitar. En los medios tradiciona­les, lo intentamos, pero siempre cabe la posibilida­d de que alguno esté usando argumentar­ios políticos.

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ALBERTO R. ROLDÁN
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Vicente Vallés ESPASA 422 páginas 20,90 euros
«Operación Kazán» Vicente Vallés ESPASA 422 páginas 20,90 euros

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