Inflación y pobreza
LaLa guerra siempre trae violencia, dolor y pobreza. El mundo todavía no ha salido de la COVID y tiene difícil remontar el vuelo bajo el bombardeo ruso de las ciudades ucranianas. El coronavirus no quiere despedirse y repunta en el mismo país en el que apareció, China. Mas baches en la revirada senda de la recuperación. La pandemia y la guerra de Putin han herido gravemente a la globalización.
La pandemia reveló que hay sectores estratégicos, como los suministros sanitarios, que no pueden cederse a terceros países. Se renacionalizan producciones. El conflicto en Ucrania arroja más dudas sobre la economía global. Ni Rusia ni Ucrania son economías boyantes, pero sí decisivas en sectores como gas, petróleo, cereales, aceite de girasol y minerales. Los combates han roto los circuitos comerciales y el pánico al desabastecimiento provocó irracionales cotizaciones en las materias primas. Una barra de pan puede costar lo mismo que un litro de gasolina, que casi duplica el precio de hace un año. Antes con 1.800 euros se podía llenar el depósito de un camión y ahora se necesitan 3.000.
La huelga de los camioneros es una respuesta radical a un problema real: el recorte de rentas por la elevación de precios. Como ocurrió en anteriores shocks petroleros, el encarecimiento de la energía deriva en un trasvase de rentas al exterior, una espiral inflacionista y un empobrecimiento social.
El Gobierno quiere esperar a Europa para tomar medidas que alivien la situación. Mientras, otros países, como Francia, Italia o Polonia, no lo hacen y aprueban ya mismo paquetes para mitigar la situación.
En estos días, a la velocidad que se suceden los acontecimientos, una semana puede ser eterna.