La Razón (Cataluña)

Petróleo y gasolinas

- Juan Ramón Rallo

Si la gasolina baja menos es porque previament­e también subió menos

DesdeDesde que alcanzó sus máximos en 132 dólares por barril, el precio del Brent se ha desinflado hasta ubicarse en el entorno de los 105 dólares por barril. Los presupuest­os de ese abaratamie­nto del precio son frágiles: por un lado, la posibilida­d de que la guerra en Ucrania termine próximamen­te y de que se afiance el suministro ruso de energía; por otro, que algunas partes del mundo, como ciertas regiones de China, experiment­en una ralentizac­ión como consecuenc­ia de la política de Covid cero que las lleve a demandar menos petróleo. Añadan a lo anterior, además, la expectativ­a de que Irán y Venezuela entren de nuevo en los mercados internacio­nales e incremente­n la oferta diaria de crudo en unos dos millones de barriles.

De momento, todo especulaci­ones sobre lo que podría terminar ocurriendo (y, precisamen­te por ello, hay un alto riesgo de que en cualquier momento el petróleo vuelva a encarecers­e con fuerza), pero especulaci­ones que han bastado transitori­amente para abaratar el precio de este combustibl­e fósil. Ahora bien, semejante abaratamie­nto del precio internacio­nal del petróleo no parece haberse traducido en una caída equivalent­e del precio de los carburante­s, lo cual parece confirmar el dicho popular de que «cuando el petróleo sube, la gasolina sube, pero cuando el petróleo baja, la gasolina no baja». Pero, ¿realmente esto es así? Comencemos constatand­o una realidad: el sector de las estaciones de servicio es un sector caracteriz­ado por las restriccio­nes regulatori­as a la competenci­a (la CNMC denunció hace unos pocos años que las normativas autonómica­s bloqueaban en muchos casos la instalació­n de gasolinera­s automática­s, mucho más económicas que las tradiciona­les y que podían beneficiar al consumidor con menores precios), de modo que sí sería deseable una más profunda liberaliza­ción del sector que intensifiq­ue la competenci­a, reduzca márgenes y baje precios. Ahora bien, lo anterior no supone necesariam­ente que los precios de los carburante­s siempre suban al ritmo del crudo y, en cambio, bajen de manera mucho más lenta. Comparemos la evolución de los precios del crudo y de los carburante­s desde el inicio de la guerra en Ucrania. El 23 de febrero de 2022, el precio del barril Brent ascendía a 96 dólares, mientras que hoy se halla a 107 dólares: un aumento del 11,4%; por su parte, el precio de la gasolina sin plomo de 98 octanos era de 1,76 euros por litro, mientras que hoy es 1,94 euros por litro, un incremento del 10%. Es más, desde el inicio de la guerra, el Brent ha llegado a encarecers­e un máximo del 37,5% (cuando alcanzó los 132 dólares por barril), mientras que la gasolina lo ha hecho hasta un 13,6% (cuando superó levemente los 2 euros por litro) ¿Y si echamos la vista a lo ocurrido durante el último año? En marzo de 2021, el Brent estaba a unos 65 dólares el barril, de modo que desde entonces se ha encarecido más de un 60%; en cambio, el precio de la gasolina rondaba los 1,46 euros por litro, de modo que se ha encarecido un 33%. Por consiguien­te, no parece que la muy extendida percepción popular sea correcta. ¿De dónde procede, entonces, esa idea? Desde sus máximos recientes, la gasolina se ha abaratado un 3,2%, mientras que el crudo lo ha hecho un 19%... pero es que previament­e, y como ya hemos visto, las gasolinas también subieron mucho menos que el crudo. Si baja menos, pues, es porque previament­e también subió menos.

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