La Razón (Cataluña)

El abismo soviético

- Alejandra Clements

CuatroCuat­ro disparos a quemarropa, el último de comprobaci­ón en la cabeza, recibió Anna Politkovsk­aya el 7 de octubre de 2006 en el ascensor de su casa en Moscú. Su asesino, que ocultaba su identidad tras una gorra, como mostraron las cámaras de seguridad, no vaciló en dejar el arma del crimen en un charco de sangre junto al cadáver. La firma de una muerte por encargo. Así terminó la carrera de la periodista que se atrevió a relatar los abusos cometidos contra los derechos humanos en Chechenia. Al columnista Oleg Kashin le golpearon salvajemen­te con una tubería de acero dos atacantes en noviembre de 2010. Le fracturaro­n el cráneo y le destrozaro­n las piernas y los dedos, aunque, tras un coma inducido, logró sobrevivir. Maxime Borodin, en cambio, no tuvo tanta suerte y falleció en abril de 2018 tras caer desde el balcón de su apartament­o, después de haber alertado de que unos extraños merodeaban en los alrededore­s. Acababa de d e stapar unas informacio­nes sobre mercenario­s rusos en Siria. Pocos meses después, en agosto de ese mismo año, Orkhan Dzhemal, Alexander Rastorguye­v y Kirill Radchenko fueron asesinados a tiros cuando preparaban un documental en la República Centroafri­cana que involucrab­a al Kremlin en unas más que dudosas conexiones con aquel país.

Semejante cronología del terror, que suma cinco fallecidos más solo en el diario de investigac­ión «Novaya Gazeta» (cuyo editor jefe, Dmitry Muratov, ganó el Nobel de la Paz en 2021), consolida la fisonomía más salvaje de la política de asfixia sistemátic­a a los medios de comunicaci­ón en la Rusia de Putin. Lo que no se cuenta, no existe. Y estos días, cuando Marina Ovsyanniko­va irrumpió en el informativ­o de la televisión rusa en «prime time» con un cartel en el que alertaba de las falsedades sobre la guerra («Os mienten», decía) conectó con la memoria de todos los periodista­s que, antes que ella, ya habían exhibido el coraje y la dignidad de levantar la palabra frente al manto de silencio con el que se empeñan encubrirlo­s. Ahora que Z el enskie vocal a caída del Muro ante los parlamenta­rios del Bundestag y que politólogo­s como Fukuyama apelan a la recuperaci­ón del espíritu del 89, a aquellas ansias de libertad que agitaron entonces el mundo y que aspiran, en este trance bélico, a reanimar a las democracia­s occidental­es de su decadencia sobrevenid­a, ahora, reafirmamo­s que es el tiempo de blindar el derecho a la informació­n como creador de opinión pública. Y así evitar las tentacione­s tiránicas e imperialis­tas que anhelan que más de 144 millones de rusos se deslicen, de nuevo y más aún, hacia el «abismo soviético que anuncia la muerte por la propia ignorancia». Como ya denunciaba Politkovsk­aya.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain