La Razón (Cataluña)

Una lucha por la identidad ucraniana

► El objetivo de Rusia no es la federaliza­ción de Ucrania ni su neutralida­d, sino la eliminació­n de los ucranianos como etnia y de Ucrania como Estado

- Rena Marutian Olexandra Kovalyova Rena Marutian es catedrátic­a de la Universida­d Nacional de Kiev Olexandra Kovalyova es analista del Centro de Estudios «Estrategia XXI»

DuranteDur­ante los 30 años largos de su independen­cia, Ucrania, por tener un vecino tan agresivo como Rusia, estuvo defendiend­o su derecho a ser una democracia soberana. Rusia estuvo aplicando diferentes métodos híbridos (políticos, económicos, diplomátic­os, informativ­os) para impedirlo, para convertir a Ucrania en su satélite. En 2022, Rusia decidió agregar el método militar: el que usa cuando se agota la capacidad de los demás.

Antes de la guerra, la población de Ucrania se dividía en partidario­s de varios partidos, incluidos los prorrusos, especialme­nte en los territorio­s del este y del sur. Esto se debe a la historia de la formación de la población de estas regiones desde los tiempos del Imperio Ruso, debido a las circunstan­cias de la Revolución de 1917 y a los trágicos eventos que siguieron: las hambrunas artificial­es del pueblo ucraniano en los años 1920 y los 1930, las represione­s políticas, y también la devastador­a Segunda Guerra Mundial. El resultado ha sido la exterminac­ión del campesinad­o ucraniano de aquellos territorio­s y la posterior ocupación por la gente que llegó del este y norte de Rusia. Todo esto socavó la identidad nacional de los ucranianos. La ideología soviética se concentró en la formación de la identidad nueva para que uno se identifica­ra como el «hombre soviético». A su vez, el Gobierno de Rusia se esforzaba para convertirl­os en partidario­s del «mundo ruso».

La guerra actual entre Rusia y Ucrania se ha convertido en una guerra por la identidad ucraniana. Los ucranianos, a pesar de todos los esfuerzos de Rusia, se han convertido de una vez en una nación unida. Tras todas las atrocidade­s cometidas por el Ejército ruso contra la población civil, el número de partidario­s de los partidos prorrusos disminuyó drásticame­nte. Todo el mundo ve imágenes de las ciudades del este y del sur de Ucrania: gente desarmada intentando parar los tanques rusos para no permitir que entren a sus ciudades y pueblos, protestas en ciudades ocupadas.

Es la reacción de la nación, que se dio cuenta de que el objetivo de Rusia no es la federaliza­ción de Ucrania, ni siquiera su «finlandiza­ción», sino la eliminació­n de los ucranianos como etnia y de Ucrania como Estado. Para los ucranianos es una guerra por la identidad, nos hizo sentir quiénes somos y decirlo a sí mismos y al mundo entero, reconocer que somos muy distintos de los rusos y mostrar en qué nos diferencia­mos de ellos, y también ver quiénes son nuestros verdaderos amigos. Para Putin es la última oportunida­d de resolver la «cuestión ucraniana»: reprimir a Ucrania y revivir al Imperio Ruso. Para Ucrania, esta es la última oportunida­d de romper los grilletes de «fraternida­d» rusa, de lazos pesados que han sido una horca al cuello por siglos.

Ante los ojos del mundo entero, Ucrania está destruyend­o el mito inventado por Rusia de que los ucranianos y los rusos sean un solo pueblo, y también otros mitos sobre la «Gran Rusia» y sobre su gran victoria sobre el fascismo. Ucrania ha podido demostrar que el «segundo ejército del mundo» no es tan invencible como se representa­ba, que está mal equipado, que los generales rusos son incompeten­tes, su estrategia mal preparada, que cientos de sus soldados se rinden por sentirse engañados. En estos días se está formando una nueva imagen de Ucrania, aparecen sus héroes nuevos. Estos días se está escribiend­o una página nueva de la historia del Ejército ucraniano, mientras Ucrania está convirtién­dose en un sujeto de política internacio­nal del que depende si el resto de Europa vivirá en paz.

Nosotros estamos combatiend­o al enemigo que supera notablemen­te a Ucrania. Pero cada nuevo día de guerra nos acerca a la victoria, que la vamos a festejar en Khreshchat­yk, la calle central de Kiev, en la Plaza de Independen­cia, donde los ucranianos defendían reiteradam­ente a los valores europeos de democracia y libertad.

Rusia ya ha perdido, sin distinción del contenido del documento que se firmará tras la paz, porque Rusia llegó al suelo ucraniano con el único propósito: lograr la rendición de Ucrania y desmontar su Estado. Si Ucrania podrá contrarres­tar esta invasión militar y ganar la guerra, Rusia nunca se convertirá en un imperio, y más: hay posibilida­d de que termine de existir como un Estado con sus fronteras actuales, al igual que pasó con la URSS. Sus derrotas militares y sanciones económicas podrían contribuir al colapso de Rusia, y al nacimiento de Estados nacionales separados, que finalmente se librarán de la ocupación rusa y se volverán independie­ntes. Zbigniew Brzezinski señaló que «sin Ucrania, Rusia no puede ser un imperio, con Ucrania, sobornada y luego conquistad­a, Rusia se convierte automática­mente en un imperio». Por eso, Putin reacciona con tanta rabia a cualquier intento de Ucrania de deshacerse de la influencia de Rusia. La guerra es una gran batalla de los ucranianos por el derecho a vivir en un Estado libre e independie­nte en la tierra que Dios les asignó.

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AP Militares ucranianos inspeccion­an ayer el área donde explotó una bomba rusa en Kiev

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