La Razón (Cataluña)

Rusia, la heredera del Tercer Reich

Ucrania defiende al mundo libre del totalitari­smo ruso. España puede hacer más en materia de suministro de armamento a los ucranianos

- Serhii Pohoreltse­v es embajador de Ucrania en España Serhii Pohoreltse­v

ElEl 24 de febrero la Federación de Rusia se atrevió a lanzar una invasión armada a gran escala, totalmente injusta y sin razón, contra Ucrania. Durante varios meses, el Kremlin mentía abiertamen­te a la comunidad internacio­nal negando cualquier intento de agresión contra Ucrania. Ya es un hecho consumado que la Rusia de Vladimir Putin ideaba, planeaba y preparaba esta agresión desde hace muchos años.

Los estragos de esta guerra ya son omnipresen­tes. Mientras los consumidor­es españoles notan en los supermerca­dos falta del aceite de girasol, importado de Ucrania, y los gobiernos europeos temen la ralentizac­ión de las economías nacionales y la subida de precios de los carburante­s y tarifas de la luz, Ucrania vive los momentos más dramáticos de su historia desde la Segunda Guerra Mundial.

Rusia, que sufrió la invasión nazi, se ha convertido en la heredera del Tercer Reich. Las atrocidade­s cometidas por los soldados rusos se pueden comparar con los crímenes de guerra llevados a cabo por las tropas hitleriana­s, con los bombardeos en 1937 de los pilotos de la Legión Cóndor, que afilaban sus habilidade­s en el cielo de Guernica en España. El Ejército ruso llevó a la perfección los métodos practicado­s por los nazis. Járkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, sigue siendo bombardead­a de la misma manera. Las ciudades pequeñas de Gostómel y Bucha, centros recreativo­s sin ninguna infraestru­ctura infraestru­ctura militar cerca de Kyiv, ya son casi inexistent­es. Mariupol, con 400.000 habitantes antes de la guerra, asediada y cercada desde hace más de tres semanas, es una ciudad fantasma. Sus ciudadanos se esconden en los sótanos, refugios improvisad­os y aparcamien­tos subterráne­os. El objetivo de los invasores rusos son ahora los niños, las mujeres, las escuelas y los orfanatos.

Putin y su círculo ya son tildados criminales de guerra. El 2 de marzo la Corte Penal Internacio­nal abrió oficialmen­te el expediente e inició una investigac­ión por posibles «crímenes de guerra», «crímenes de lesa humanidad» y actos de «genocidio» en Ucrania. El Gobierno español se sumó a esta iniciativa de otros 38 Estados que forman parte del Estatuto de Roma.

Rusia se convirtió en un Estado terrorista a escala mundial al poner bajo el control de sus tropas la central nuclear en Energodar, la mayor en Europa, y la de Chernóbyl. El Organismo Internacio­nal de Energía Atómica no tiene acceso a estas instalacio­nes y el mundo corre el peligro de una contaminac­ión nuclear masiva.

Europa se da cuenta de que se trata de la mayor catástrofe humanitari­a en siete décadas. Hasta la fecha, más de 3 millones de ucranianos, en su mayoría mujeres y niños, han huido de la guerra. Muchos más se vieron obligados a desplazars­e a las regiones más seguras de Ucrania occidental. Como Embajador de Ucrania, estoy impresiona­do por la solidarida­d demostrada por el Gobierno y el pueblo español y su deseo de ayudar tanto a los afectados en Ucrania como acoger a los refugiados que ya están en su territorio o vendrán en las próximas semanas.

Lamentable­mente, muchas advertenci­as que Ucrania hacía en meses y años previos a esta invasión pasaron desapercib­idas. La congelació­n del gasoducto Nord Stream-2, la imposición de las sanciones preventiva­s contra Rusia y el inicio del suministro de armas a Ucrania resultaron medidas tardías. Prevenir es siempre mejor que responder y tratar de paliar las consecuenc­ias de un desastre.

El Gobierno de España se mostró coherente con sus declaracio­nes de compromiso y apoyo a la soberanía y la integridad territoria­l de Ucrania al decidir suministra­r el armamento a Ucrania. Estamos seguros de que España, como la cuarta economía de la UE, puede hacer más a nivel bilateral en materia de suministro del armamento a Ucrania.

Se trata de la defensa de Ucrania, protección de los civiles y de la infraestru­ctura crítica, como las plantas nucleares. Ucrania defiende el mundo libre contra la expansión del totalitari­smo ruso.

Las sanciones contra Rusia son un instrument­o eficaz para contener sus intencione­s agresivas y expansioni­stas. Las medidas restrictiv­as contra el Kremlin (y contra Bielorrusi­a también) tienen que ser aniquilado­ras para su economía. El régimen «ruscista» de Putin tiene que ser privado de los recursos de subsidio de la guerra.

Los oligarcas rusos –un pilar del régimen-, sus activos y bienes deben ser no solamente congelados, sino también canalizado­s a fines humanitari­os: de ayuda a los ucranianos desplazado­s, o para restituir los daños causados a Ucrania.

Varias compañías españolas ya han anunciado el cese de sus negocios en Rusia y con entidades rusas. Es una fuerte señal de solidarida­d con Ucrania. Es sumamente inmoral hacer negocios y patrocinar, a través de los impuestos, el esfuerzo militar ruso cuando todo el mundo se solidariza con Ucrania, cuando muchas familias españolas quieren acoger a los niños y las mujeres que huyen de la guerra.

Las empresas español as que todavía hacen negocios con Rusia, si les importa su reputación, deben darse cuenta de que es la hora de abandonar el mercado ruso. De irse más tarde, las pérdidas serán mayores. El dinero que se gana en Rusia tiene sangre de las víctimas de las guerras que desató Putin, ayudándole a crear su maquinaria mortífera.

Hay mejores formas de hacer negocios. Canalizand­o la ayuda humanitari­a al pueblo de Ucrania, a los refugiados y desplazado­s, haciendo planes de cómo contribuir a la recuperaci­ón de Ucrania, su infraestru­ctura, sus industrias, incluida la del hidrógeno, cuando termine esta injusta guerra. La clase política española también deben dar por hecho que Ucrania más pronto que tarde será un miembro de la Unión Europea.

El Gobierno de España parece ser consciente de esto. Me gustaría verlo entre los que apoyan claramente la integració­n de Ucrania en la UE de forma acelerada. Me gustaría ver que España liderase este proceso. El pleno cumplimien­to de los criterios de adhesión, difícil de conseguir en tiempo de guerra, es importante pero no debe condiciona­r ni ralentizar la integració­n. Ucrania ya ganó este derecho, con su sangre, con sus sacrificio­s, defendiend­o los valores europeos de libertad y dignidad.

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EPA Unas mujeres confeccion­an almohadas con la cara del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski

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