La huelga contra el 25% de castellano fracasa y divide a la Generalitat
► La AEB recoge más de 1.500 firmas para demandar al Govern por incumplimiento
Ni la inmersión lingüística une ya a los partidos de la Generalitat. Tal es la división dentro del independentismo que la huelga convocada ayer contra el 25% de castellano se convirtió en un auténtico revés para un movimiento que vive sus horas más bajas tras el «procés», con el apoyo a la secesión en su mínimo histórico y las bases desmovilizadas en la calle. Un clima que ni el catalán, piedra angular del nacionalismo, parece ya revertir: el paro fracasó en las aulas con un apoyo residual de los profesores –apenas un 5% lo secundaron, según datos del Govern– y evidenció de nuevo la pugna política entre Esquerra y Junts.
La jornada de ayer, convocada y presentada por los sindicatos como una oportunidad para blindar la inmersión lingüística a las puertas de que se cumpla el plazo para aplicar la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) en todo el sistema, pronto se convirtió en un bumerán para el Govern. Coincidiendo con el pleno previsto en el Parlament, el Ejecutico de Pere Aragonès convocó un acto institucional en las escalinatas de la cámara a primera hora de la mañana para escenificar la supuesta unión del independentismo en torno a la inmersión y en contra del 25% de castellano.
Pues bien, lejos de lograr una amplia fotografía –desde el Govern se apelaba incluso a los comunes y se miraba de reojo al PSC– el acto se convirtió en una clara muestra de la pugna independentista, una instantánea de las desavenencias del Govern.
Junts plantó a Esquerra y sólo el consejero posconvergente de Salud se sumó al acto encabezado por Pere Aragonès, los consejeros republicanos y el resto del grupo parlamentario del president. Tampoco estuvo la CUP en protesta por la gestión de la Generalitat y a comunes y al PSC ni se les vio.
Al llegar al punto de encuentro convocado -a las 8:45 horas en la citada escalinata de la cámara- los consejeros de Junts en el Govern rechazaron sumarse al ver que solo había miembros de ERC y diputados de la bancada republicana. Por su parte, desde el grupo parlamentario posconvergente aseguraron no haber recibido la convocatoria para justificar su ausencia. Fuentes de Junts, en cambio, apuntaron que ante esta situación el vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, propuso al president Aragonès hacer la foto solo del Govern, pero finalmente arecieron solo los consejeros y diputados de ERC, además del mencionado Argimon. Sea como fuere, la instantánea final dacabó sirviendo como prueba de que el independentismo es incapaz de escenificar cierta unión de cara a la galería en defensa de la inmersión lingüística, uno de sus grandes mantras.
Fuera del ámbito estrictamente político, la huelga pinchó de forma severa en cifras, con un seguimiento mínimo en toda Cataluña, incluidas aquellas zonas más proclives como Girona o Lleida, ambas ambas provincias con altos porcentajes de apoyo independentista. Las cifras que facilitó la Generalitat demuestran que el paro no tuvo apenas seguimiento entre los docentes, que lo rechazaron masivamente: solo el 6% de profesores de la enseñanza pública y el 4% de la concertada la secundaron, datos residuales que caen aún más en Barcelona, sus alrededores (4,21% de la pública) y el Baix Llobregat (2,78%), una de las zonas colindantes más pobladas.
Un rechazo total a protestar contra el bilingüismo entre el cuerpo docente y pese a las algaradas del independentismo en la calle con el apoyo del Govern de Pere Aragonès.De hecho, la protesta sirvió para señalar de nuevo al consejero González-Cambray, en el punto de mira por su gestión al frente de Educación –ayer mismo Aragonès tuvo que ratificarlo y asegurar que no le cesará–, señalado por las bases independentistas y los sindicatos por ofrecer una respuesta demasiado «ambigua» ante la sentencia del 25% de castellano. Por ejemplo, desde algunos de los convocantes le acusaron de «falta de liderazgo y competencias» e incluso piden su «dimisión».
Un fracaso del independentismo que contrasta con la movilización del constitucionalismo para exigir el cumplimiento de la sentencia del 25% de castelllano. La Asamblea por una Escuela Bilingüe aprovechó la jornada de ayer para organizar un acto propio y desvelar cuántas demandas han conseguido recoger en la campaña activada en enero: en total, han cosechado más de 1.500, una cifra muy importante ya que la Generalitat había despreciado siempre a las familias que pedían más castellano, que cifraba en 80. Y es que tampoco es fácil pedir el castellano teniendo en cuenta las presiones sociales del nacionalismo a todo aquel que discrepe de la inmersión: cada firma tiene que llevar incorporado los datos de cada familia y tienen que ser padres que tengan hijos en la escuela pública (es decir, afectados por el incumplimiento de la sentencia). Es decir, fácilmente identificables.
La AEB, que ha liderado esta campaña de firmas bajo la campaña «Escuela de todos», presentará estas demandas el lunes ante los tribunales ante el previsible incumplimiento de la sentencia por parte del Govern y ante la previsible inacción del Gobierno, que es la otra parte actora que podría forzar la aplicación. El acto, celebrado en Barcelona, ha contado con el apoyo de PP, PSC y Ciudadanos.