Don Quijote

YaYa decía el poeta griego Hesíodo, en el siglo VI a.C. que«unamalareputación es una carga, ligera de levantar, pesada de llevar, difícil de descargar».La reputación es la mayor preocupación de Pedro Sánchez en estos momentos, mucho más que la crisis económica, la pérdida de poder adquisitivo de los españoles, el abastecimiento de productos, el cierre de empresas, la huelga de los transportistas, el paro y el índice de pobreza. En el «Financial Times» mostraba su preocupación por el fracaso en la intervención del precio del gas y las consecuencias en el desgaste de su reputación.

En las «21 leyes irrefutables del liderazgo» de John Maxwell, libro que recomiendo al presidente del Gobierno, el autor dice que el liderazgo no puede ser otorgado, nombrado, ni asignado. Solo procede de la influencia, y esta no puede imponerse. Debe ser ganada.

Mucho trabajo y muchos riesgos, debe pensar Sánchez, cuando apenas tiene influencia en su partido, y en el gobierno, la uniformidad de pensamiento y la toma de decisiones colegiadas han pasado a ser historia.

Pedro Sánchez no quiere ganarse el liderazgo y, la reputación, la quiere regalada. Para ello necesita un culpable de todos sus males, comunistas, ultraderechistas, desde Franco a Putin. Igual que necesita culpables, necesita inocentes que asuman los riesgos y las responsabilidades: Europa.

Acudió a Europa por la pandemia y vuelve a Europa para la subida de los precios energéticos y carburantes. Es incapaz de tomar una decisión que no conlleve resultados a corto plazo y suponga un desgaste. Se ha ido de gira europea para conseguir la intervención del precio del gas y, de momento, lo que ha conseguido es que le llamen Don Quijote. «Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento…».

La reputación es la mayor preocupación de Pedro Sánchez