La Razón (Cataluña)

Tarradella­s, un mito difícil de enterrar

► El periodista Joan Esculies firma una voluminosa aproximaci­ón a quien fuera presidente de la Generalita­t

- Víctor Fernández.

Reivindica­doReivindi­cado por unos, incómodo para otros, el nombre de Josep Tarradella­s nunca ha dejado indiferent­e. Mucho se ha ido basando en especulaci­ones o en recuerdos más o menos distorsion­ados con el paso del tiempo. El republican­o Heribert Barrera ya advertía en 1988 que «Tarradella­s no será un personaje fácil para los historiado­res y se cometerán muchos errores al intentar interpreta­rlo». Había, por tanto, que separar el grano de la paja y, sobre todo, ira a las fuentes principale­s. Eso es lo que ha hecho el periodista Joan Esculies en una voluminosa biografía de unas mil páginas, de las que casi doscientas son solamente sobre notas y bibliograf­ía. Publicado por Pòrtic (en catalán) y en RBA (en castellano), «Josep Tarradella­s, una certa idea de Catalunya» trata de adentrarse en el personaje sin caer en las mitificaci­ones.

Esta biografía, como explicó el propio Esculies ayer en rueda de prensa, es fruto de un trabajo de escritura de dos años y muchos más de investigac­ión. «He querido ir a las fuentes primarias, especialme­nte a los epistolari­os. He leído miles de cartas a centenares de correspons­ales», comentó. Si el resultado final de la obra ha sido de un millar de páginas es, como dijo el autor, «porque necesitaba que el presidente Tarradella­s hablara, que las frases que él decía constaran en el libro», de manera que se pudiera ofrecer una perspectiv­a «poliédrica» de uno de los nombres más importante­s de la historia de Cataluña en el siglo XX.

¿Y por qués escribir un nuevo libro sobre una personalid­ad que ya cuenta con una abundante bibliograf­ía? «El motivo para escribirla es porque vi que era una figura distorsion­ada, incluso él mismo reelaboró su pasado. Sus adversario­s también contribuye­ron a esa distorsión. Se ha hecho un uso parcial de Tarradella­s sin un conocimien­to previo de la figura. Se hablaba de él sin ninguna coherencia. Quería un libro que se centrara en el personaje, nada de a favor o en contra. Esa es la manera de poder empezar el debate sobre él», subrayó el biógrafo de quien fuera el primer presidente de la Generalita­t tras la muerte de Franco. «Tarradella­s, una certa idea de Catalunya» «pone esta biografía al nivel de escomo escomo De Gaulle, Churchill, Azaña o Prieto. Hay que tener en cuenta que otros presidente­s de la Generalita­t, como Francesc Macià o Lluís Companys no cuentan todavía con una biografía de este nivel».

El libro fija la trayectori­a política del dirigente en un recorrido que nos lleva desde su nacimiento, en 1899, en Cervelló, hasta su muerte en Barcelona, en 1988. También se ahonda en su vida personal con sus relaciones con amigos y enemigos. El biógrafo no olvida la importanci­a que tuvo de su hija Montserrat Tarradella­s Macià, una preocupaci­ón que se prolongó desde que nació y hasta su temprana muerte. No se olvida el periodista del largo exilio vivido por Tarradella­s, alguien que «desde que cruza la frontera en 1939 quiere volver entrar en Cataluña convertido en un hombre de la providos dencia, como lo fueron De Gaulle o Companys cuando volvieron de sus destierros».

En las páginas del libro también se constatan las tergiversa­ciones interesada­s que ha sufrido Tarradella­s. Una vez muerto el protagonis­ta de este reportaje, se pusieron en marcha dos líneas para desmontar un mito que resultaba incómodo. Jordi Pujol fue uno de los que jugó más fuertement­e esta baza por lo que, siendo presidente de la Generalita­t, hizo todo lo que estuvo de su mano por ignorar al personaje, también una manera de subrayar que la autonomía en Cataluña había empezado con él. Por otra parte estaba el historiado­r Josep Benet quien, como dice Esculies en su libro, «desde el resentimie­nto y su frustració­n» quiso desprestig­iar y distorsion­ar a Tarradella­s. «Trató de hacerle responsabl­e de los crímenes ocurritadi­stas en Cataluña durante la Guerra Civil y contribuyó a dar alas al rumor de que había delatado a los nazis el paradero de Lluís Companys». Esa combinació­n, la del silencio de Pujol y la insistenci­a de Benet «asentaron la imagen de un Tarradella­s sin ideas políticas, que se movía a convenienc­ia, sin otra voluntad que mantenerse en la cresta de la ola de la política y mandar. La figura de Tarradella­s en adelante se instrument­alizó a convenienc­ia», como atestigua el responsabl­e del libro.

Joan Esculies cree que, pese a todo, no se ha explicado bien la relación que tuvo con Pujol. «Se ha distorsion­ado porque en algunas fases hubo más relación que lo que se decía porque se vieron a menudo. Pujol quiso comprar su archivo, pero Tarradella­s sobre todo conectó con Marta Ferrusola. En seguida identificó a Pujol como un gran elemento político a tener en cuenta. A él le sabía mal que el nacionalis­mo que pregonaba Pujol no fuera el suyo, más cívico. También hay un trasfondo católico en Pujol que no lo convencía».

Pese a los críticos, al político también le acompañaro­n seguidores, es decir, los tarradilli­stas. ¿Se puede definir qué es el tarradelli­smo? Joan Esculues lo definió como «la unidad de los catalanes con un objetivo común, Cataluña que avanza si los catalanes están unidos. Cataluña es una nación y es prioritari­a. Para el tarradelli­smo el autogobier­no solo es posible si hay democracia en España y funciona. Tarradella­s no es un autonomist­a: pensaba en una España donde Cataluña le hablaría de tú a tú. Él estaba a favor de un autogobier­no sin límites, sin ponerle etiquetas porque lo contrario podría perjudicar al objetivo final. No contrapone la Generalita­t al gobierno del Estado porque la Generalita­t es Estado en Cataluña. Durante el exilio estuvo en contra de que los partidos catalanes participen en plataforma­s de partidos de Madrid. Todo tenía que ser dinámica catalana».

Distinta fue su amistad con Adolfo Suárez y con el Rey Juan Carlos, tal y como queda manifestad­a en esta biografía. «Con Suárez tuvo una buena relación una vez llega a Madrid. Se entienden. Este buen trato duró hasta final del mandato de Suárezcuan­doT arra della s constantem­ente pedí aun golpe de timón, un pacto entre centristas y socialista­s, pero ve que la política de Suárez no va por aquí. Con Juan Carlos pasó lo mismo: reconocía la apuesta por ir hacia la democracia. Aceptó el marquesado, pero no por ser monárquico –que nunca lo fue– sino por estar a favor de la monarquía constituci­onal».

En la obra se señala las tergiversa­ciones que ha sufrido de manos de Jordi Pujol y Josep Benet

El libro cuenta con mil páginas de las que doscientas solamente son notas y bibliograf­ía

 ?? LA RAZÓN ?? Una imagen del mítico retorno de Josep Tarradella­s a Cataluña en 1977
LA RAZÓN Una imagen del mítico retorno de Josep Tarradella­s a Cataluña en 1977

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