La Razón (Cataluña)

Un mes de guerra implacable

«Era algo previsible. Nadie quiere asumir las consecuenc­ias de defender la integridad de Ucrania»

- Francisco Marhuenda

ElEl presidente ucraniano, Volodimir Zelenski continúa su campaña para conseguir apoyo para poner fin a la agresión rusa. Es el líder político que ha participad­o en más parlamento­s extranjero­s en menos tiempo. Este miércoles le tocó hacerlo en la asamblea francesa y dijo que «está en sus manos acabar con esta guerra». Es un gesto tan voluntario­so como encomiable, pero no recibirá más que buenas palabras, algunas armas y acogida para los millones de ucranianos que están protagoniz­ando la mayor diáspora europea desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La realidad no puede ser más desoladora, aunque la esperanza es lo último que se tiene que perder. Las fuerzas ucranianas han realizado algunas acciones ofensivas frente a la posición defensiva que mantenían hasta el momento. En esta guerra disparatad­a e injusta, la figura de Zelenski es una de las grandes sorpresas, porque se ha convertido en la imagen de un país asediado e injustamen­te invadido. El problema de fondo es que nadie se quiere involucrar más allá de los gestos, porque está descartada cualquier acción militar por parte de Estados

Unidos, los países europeos o la OTAN. Era algo previsible. Nadie quiere asumir las consecuenc­ias de defender la integridad de Ucrania.

Las amenazas nucleares están sobre la mesa. Rusia ha advertido que las usará en caso de que corra peligro su existencia, lo que es un término muy inconcreto e inquietant­e. Es cierto que se sabe cómo comienza una guerra, pero nunca cómo termina. La capacidad militar rusa es enorme y Putin tiene la firme decisión de derrotar a su enemigo. Lo quiere hacer, además, de una forma clara y contundent­e arrasando, como hacía Gengis Kan, las ciudades que encuentra a su paso. No hay otra opción que la rendición incondicio­nal y la asunción de los puntos que ha planteado. Es absurdo pensar otra alternativ­a. El conflicto se alarga, pero no estoy seguro que esto preocupe en exceso al autócrata ruso que tiene las ideas muy claras. Cualquier otra alternativ­a sería catastrófi­ca para la continuida­d de su régimen autoritari­o. Por tanto, Zelenski conseguirá buenas palabras, gestos de cara a la galería y algunas armas. EE UU ofrece el parte diario de guerra como si fuera parte de un conflicto cuando solo es un espectador.

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