La Razón (Cataluña)

Así no puedo seguir

- Abel Hernández

PocasPocas veces un titular de primera página me ha producido tanta emoción. Ocurrió el domingo. Me acerqué, como cada día, dando un plácido paseo, hasta el centro comercial «La Tortuga» a comprar el periódico y el pan. Era una mañana gris y plácida de marzo. Cantaban los mirlos en los setos del parque. Las familias paseaban a los niños y a los perros. Sudorosos deportista­s pasaban corriendo a mi lado. Se respiraba paz a pesar de la lejana guerra de Ucrania. Nada hacía sospechar que pudiera ocurrir nada extraordin­ario que cambiara el rumbo de las cosas. Así que me acerqué confiado, rutinariam­ente como siempre, al fondo de la papelería donde se apilaban, como de costumbre, los periódicos. Y fue en ese preciso momento cuando sentí una profunda conmoción interior. Aquello no podía ser cierto. En la primera página de «El País», mandando a cinco columnas, con un tipo de letra destacado, la noticia bomba: «Sánchez: “España se juega mucho. Así no puedo seguir”». O sea que dimite –pensé–; o sea que vamos a elecciones.

Temblorosa­mente, con el periódico bajo el brazo, compré el pan y emprendí la vuelta a casa. Preferí leer aquello con sosiego. Tenía que ser verdad. Lo decía el medio más cercano al Gobierno, el que obtiene todas las exclusivas, al que le filtran papeles y proyectos; sin ir más lejos, ahí está la carta al rey de Marruecos. No oculto que la emocionant­e noticia me produjo una gran satisfacci­ón. «España se juega mucho y así no puedo seguir». El histórico titular no se me iba de la cabeza. Por fin se rinde –pensé–, y se preocupa de España más que de él mismo. ¡Ya era hora! He de confesar que le reconocí una cierta nobleza en este gesto de desprendim­iento, o acaso de impotencia, que desmentía la opinión general de que este hombre era incapaz de dejar el poder aunque todo amenazara ruina. Hasta sentí una cierta compasión, como me ocurre con los perdedores. Había que comprender­le. Las cosas habían llegado a una situación insostenib­le. Crecía el malestar social peligrosam­ente, la economía estaba hecha unos zorros, el Gobierno de coalición, casi roto, los socios externos amenazando con dejarlo tirado, en Europa no pintamos nada y los desaires del presidente Biden no dejaban lugar a dudas. ¡Así no se puede seguir!

Cuando llegué a casa y leí detenidame­nte el periódico, sufrí una gran decepción. No era el anuncio de la renuncia de Pedro Sánchez sino su exaltación tras su estruendos­a actuación en Europa defendiend­o la excepción española en el precio del gas. Quiero decir, ¡ay!, que todo sigue igual.

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