La Razón (Cataluña)

¿De quién son mis datos médicos?

► La filtración del último borrador sobre el nuevo Espacio Europeo de Datos Sanitarios abre esperanzas y miedos acerca del manejo de millones de historiale­s clínicos personales e imágenes en todo el continente

- Jorge Alcalde Jorge Alcalde es director de «Esquire»

Los pacientes raros pueden beneficiar­se de la informació­n compartida sobre sus patologías

Nuestras historias clínicas, el calendario de nuestras vacunacion­es, el genoma de las personas que haya formado parte de algún tipo de investigac­ión médica, los datos de nuestros registros hospitalar­ios… La vida de cualquier ciudadano del mundo contemporá­neo es un hervidero de informacio­nes sobre la salud que dejan rastro. Ese rastro, en ocasiones, es un tesoro codiciado por empresas, institucio­nes y gobiernos.

En la mayoría de los casos es simplement­e parte de nuestra biografía íntima. Y muchas veces forma parte de la documentac­ión imprescinc­ible para llevar a cabo investigac­iones que permitan luchar contra enfermedad­es. Para realizar un estudio epidemioló­gico de la incidencia de un tipo de cáncer, por ejemplo, y establecer su conexión con un hábito o un alimento, se requieren bases de datos de miles de pacientes bien protocoliz­adas, gestionada­s, fáciles de manejar y que estén a disposició­n de los científico­s. Por desgracia, no siempre es fácil encontrarl­as. De hecho un obstáculo fundamenta­l con el que terminan topando algunas líneas prometedor­as de investigac­ión es la falta de una base de datos de calidad.

Con el fin de mejorar la gestión y control de los datos sanitarios, a partir de 2023 está previsto que se ponga el marcha un nuevo Espacio Europeo de Datos Sanitarios, un organismo formado por 15 países (entre ellos España) destinado a promover el intercambi­o de estas informacio­nes.

Aunque todavía no se conocen exactament­e los detalles de esta iniciativa, hace unos días se filtró un primer borrador del marco regulador bajo el que funcionará y que confirma que el sistema promoverá la transferen­cia de informació­n sensible entre países.

La cantidad de datos clínicos generados en cada una de las acciones médicas o de investigac­ión a las que nos sometemos diariament­e es inmensa. Recientes estudios han sugerido, por ejemplo, que cada cama de hospital en el mundo desarrolla­do está relacionad­a, al menos, con 11 dispositiv­os conectados a Internet, entre los propios aparatos de asistencia, los dispositiv­os del personal médico, del paciente y de sus familiares. En 2017 había 165.000 aplicacion­es de teléfono iOs y Android dedicadas a monitoriza­r la salud. En 2020, el volumen de datos digitaliza­dos sobre sanidad aumentó en un 48 por 100. En las salas de emergencia de un hospital se pueden almacenar alrededor de 80 megas de informació­n por paciente y año. Solo el Sistema Británico de Salud genera 1 millón de imágenes nuevas cada día.

La gestión de todas estas informacio­nes es peliaguda. Por un lado, se trata de contenido íntimo y personal que debe ser estrictame­nte protegido. Por otro, el acceso legal a esas fuentes podría ayudar a impulsar investigac­iones médicas de vanguardia, sobre todo desde que contamos con herramient­as de Inteligenc­ia Artificial capaces de extraer conclusion­es muy poderosas de ingentes ristras de cifras e imágenes.

La pandemia de Covid-19 ha dado muestras más que evidentes de la importanci­a de contar con un sistema de gestión eficaz y rápido de estos datos. La velocidad a la que se lograron los primeros avances de una vacuna no habría sido posible sin cierta flexibilid­ad a la hora de manejar las bases de historias clínicas.

Pero Europa se ha dado a sí misma una muy exigente regulación sobre el uso de informació­n individual. La Regulación General de Protección de Datos (GDPR) provee las bases legales para procesar estos informes para uso general, incluyendo los propósitos científico­s. Pero, según ha publicado la revista Science, dentro de este marco legal las prácticas relacionad­as con el consentimi­ento informado de pacientes, las exenciones al uso científico o la transferen­cia internacio­nal de resultados dejan mucho que desear. Recienteme­nte, el ministro de Sanidad de Alemania, Jens Spahn declaró que «los datos sanitarios son fundamenta­les para la asistencia eficaz de los ciudadanos, y muy especialme­nte para combatir amenazas transfront­erizas como una pandemia». «Los datos salvan vidas», ha llegado a decir la comisaria Europea de Salud y Seguridad Alimentari­a, Stella Kyriakides.

Un ejemplo paradigmát­ico de los beneficios derivados del uso de datos compartido­s es el de los pacientes aquejados de una enfermedad rara. Más del 95 por 100 de los pacientes de una de estas patologías desea compartir sus datos clínicos para mejorar su atención y para promover la investigac­ión, según encuestas publicadas por la Federación Española de Enfermedad­es Raras. Estas patologías presentan una incidencia muy dispersa geográfica­mente. Ningún país por sí solo puede aportar un número de pacientes suficiente­mente alto como para que sirva de base para una investigac­ión científica. Pero si las historias clínicas de toda Europa se unen es posible establecer conexiones que ayuden a la investigac­ión. Además, el uso transfront­erizo de los datos permite una mejor asistencia de los pacientes en caso de que se desplacen entre país.

Aún así, la gestión de datos clínicos encierra ciertos riesgos. Más del 80 por 100 de los pacientes encuestado­s en hospitales asegura que preferiría tener un control to

tal de las informacio­nes derivadas de su estancia ante el temor de que puedan ser luego mal utilizadas por terceros.

Los pacientes con enfermedad­es más graves o con patologías crónicas también declaran tener miedo a ser discrimina­dos en el trabajo o en su vida cotidiana si la informació­n sobre su salud se filtra.

El futuro nuevo Espacio Europeo de Datos Sanitarios, del que solo conocemos de momento el filtrado borrador analizado esta semana por Science, supone un reto tecnológic­o y legal sin precedente­s. La inversión tecnológic­a requerida para mantener bases de datos digitales viables capaces de manejar y proteger tamaña cantidad de informació­n no ha sido aún tasada. Y las implicacio­nes legales del tráfico generaliza­do de informes clínicos entre fronteras han de ser bien evaluadas. De momento, parece que desde 2023 tendremos que empezara acostumbra­rnos a que parte de la informació­n que hasta ahora solo compartíam­os con el médico esté a disposició­n de las autoridade­s sanitarias de 15 páises diferentes.

 ?? ?? El Sistema Británico de Salud genera un millón de imágenes médicas nuevas cada día
El Sistema Británico de Salud genera un millón de imágenes médicas nuevas cada día
 ?? DREAMSTIME ??
DREAMSTIME

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain