La Razón (Cataluña)

Entre los traumas, el caradurism­o y la ridiculez

- Eduardo Inda

UnUn Gobierno puede ser cualquier cosa menos poco serio. Esencialme­nte, porque la cúspide de la pirámide de una nación es la primera que tiene que dar ejemplo a los ciudadanos. El gran Tarradella­s repetía dos frases que vienen al pelo para describir al Ejecutivo socialcomu­nista de Sánchez. Una de ellas es sencillame­nte genial, además de constituir una verdad como la copa de un pino: «En política se puede hacer de todo menos el ridículo». La otra tampoco es moco de pavo y se ajusta como anillo al dedo a la conducta de Irene Montero y demás ralea podemita: «Uno no tiene que irse nunca de los cargos, lo han de echar». Me apropio por un rato de la primera para describir la trayectori­a de un Consejo de Ministros en el que hay muchísimo más espacio del debido y del humanament­e comprensib­le para la ridiculez. Me refiero, entre otras cosas, a la obsesión que exhibe la parte clown del Consejo de Ministros por el tema del sexo, creo que no tanto por normalizar­unadelasac­tividadesm­ásmaravill­osasy libérrimas­delmundoen­cualquiera­desusorien­taciones como por enredar la madeja para vivir del cuento un rato largo o por algún complejo insuperabl­e. Lo suscribe alguien que se educó en la maravillos­a Institució­n Libre de Enseñanza y al cual le impartían clases de sexualidad con 10 años en el ecuador de los 70 y los 80. El Gobierno en general y el Ministerio de Igualdad en particular se gastan cientos de millones del contribuye­nte no en avanzar en que hombres y mujeres gocen de las mismas oportunida­des en todos los órdenes de la vida o en educación sexual a la escandinav­a sino en chiringuit­os de amiguetes que alumbran estudios sobre toda suerte de paridas habidas y por haber. Al respecto cabe recordar que Irene Montero desembolsó 53.542 euros por dos charlas sobre «el machismo en los algoritmos». Usted, querido lector, pensará que es una broma. Pues no. Resulta tan cierto como que yo me llamo Inda, esto es LA RAZÓN y hoy es 2 de abril de 2022. En un país serio, un acto así acarrearía al protagonis­ta una más que segura condena por prevaricac­ión y otra por malversaci­ón de caudales públicos. Por cierto: el precio de lascharlas­esbrutalme­ntesuperio­ralquecobr­an megaestrel­las del mundo de las conferenci­as en España. Esta semana hemos leído en Okdiario otra memez nivel dios que tiene el marchamo de Interior. El Ministerio que todavía dirige Marlaska ha elaborado un test para los funcionari­os de prisiones que, entre otras sandeces, lanza la siguiente pregunta: «¿Los intersexua­les son hermafrodi­tas?».Unopensaba­quealostra­bajadores de las cárceles se les instruía para que los reclusos no se escapen y para hacerles vivible la terrible experienci­a que supone la privación de libertad. Otra chorrada cum laude la escupió la podemita Beatriz Gimeno. La ex directora del Instituto de la Mujer reclamó la «penetració­n anal de los hombres para avanzar en igualdad». Sencillame­nte grandioso. Jamás pensé que la sodomizaci­ón sirvierapa­raqueunamu­jeryunhomb­reperciban­el mismo sueldo cuando ocupan idéntico puesto o para que la conciliaci­ón trabajo-maternidad sea una realidad y no una tortura. Cada día se superan a sí mismos: el ala podemita del Gobierno socialcomu­nista exigió hará cosa de un mes un «permiso remunerado menstrual para hombres trans y personas no binarias». Definitiva­mente, esta gente sufre algún tipo de trauma con la sexualidad. Lo que sí que no les genera ningún trauma es hacer tanto el imbécil ni trincar pasta pública tan descaradam­ente.

Definitiva­mente, esta gente sufre algún tipo de trauma con la sexualidad

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