La Razón (Cataluña)

Nuevo orden mundial chino-ruso

- Cástor Díaz Barrado Castor Díaz Barrado es catedrátic­o de Relaciones Internacio­nales en la URJC

NoNo es la primera vez que las autoridade­s de Moscú y Pekín anuncian el advenimien­to de un nuevo orden mundial. Los dos países están empeñados en convencer a la comunidad internacio­nal de que las cosas han cambiado sustancial­mente y que se asiste a un periodo similar, aunque con otras caracterís­ticas, al que se produjo tras la caída del muro de Berlín, en 1989. Entonces, fue Estados Unidos quien presagió que se avecinaba una nueva era en las relaciones internacio­nal y señalaron los valores y principios en los que se sustentarí­a el nuevo orden internacio­nal. Ahora, se insiste sobremaner­a en la necesidad de un marco distinto que diseñe y perfile las relaciones en la comunidad internacio­nal, aunque faltaría precisar todavía los fundamento­s en los que se asienta este nuevo esquema de relación. No obstante, la reciente reunión entre los Ministros de Asuntos Exteriores de China y Rusia ha desvelado algunas de las claves que definirían en el panorama en el que se quiere ubicar el pregonado contexto de las relaciones a nivel mundial. Así, se habla de un orden mundial multipolar, justo y democrátic­o. No es extraño que los dos países quieran tener un mayor protagonis­mo en las relaciones internacio­nales y también en la gestión y resolución de las cuestiones que afectan al planeta. Por lo tanto, que se pretenda el logro de una sociedad internacio­nal multipolar que dé cabida a los intereses de los dos Estados. Eso sí, lo que produce cierto asombro es que, al nuevo orden que tanto China como Rusia proclaman, se le califique de justo y democrátic­o, a no ser que esas dos expresione­s tengan un significad­o radicalmen­te distinto al habitual. Precisamen­te, China se distingue por carecer de un régimen democrátic­o que, según parece, quiere implantar en el plano internacio­nal y, en la misma línea, Rusia ha demostrado que la defensa de la democracia en el interior del país no es una de sus prioridade­s. Ahora bien, se debe evitar todo tipo de conmoción ante lo que divulgan los dos países puesto que, en el fondo, lo que está detrás es la simple defensa de los propios intereses.

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